RESUMEN
Los académicos y analistas
occidentales rara vez han valorado la posibilidad de que los animales
nohumanos posean capacidades espirituales. La tendencia por asociar
la espiritualidad con la religión y a enfatizar sus propiedades
cognitivas e interpretativas ha llevado, por un lado, a que se
excluya a los animales nohumanos como agentes activos del universo
espiritual, y por otro, a que se deje de explorar la espiritualidad
como un fenómeno arraigado en las más antiguas regiones anatómicas
y cerebrales compartidas entre los humanos y las otras especies
animales. Si bien es cierto que el estudio de la religión se adecúa
más al marco de ciertos procesos característicos de un grado
cognoscitivo más elevado, la espiritualidad se revela como una
propensión de la conciencia intrínsecamente relacional,
no-reflexiva y experiencial, resultando así su exploración más
apropiada en términos de vitalidad afectiva. Las ciencias encargadas
de la mente y la cultura de los animales nohumanos están acumulando
pruebas que apoyan esta propensión, abriéndoles la puerta de la
agencia espiritual y contribuyendo al desarme de la ilusión del
excepcionalismo humano.