Y: Considero que actúas en contra de
las leyes de Dios, de la naturaleza y del hombre; que niegas los
principales elementos de las normas por las que se rige el mundo; que
en un pretendido o equivocado deseo de perfección, y en un intento
de abarcar cosas que están por encima de tu alcance, aplicas mal tus
esfuerzos y fracasas en el cometido; das la espalda a los preceptos
de tus antepasados, así como a los de los más doctos de todas las
épocas y de todos los países del mundo civilizado, estableciendo tu
propio juicio en oposición a todos ellos. Con que una sola persona
se sume a tus presuntas innovaciones sobre los principios
establecidos en la sociedad, estarás atacándola y deseando su
derribo, sin tener nada que ofrecer en su lugar sino vanas quimeras
producto de unos sentimientos viciados y un cerebro trastornado. Así,
mientras tratas de crear nuevas teorías, no haces más que alimentar
la confusión, perdiéndote tú mismo en ese laberinto al que te has
comprometido a conducir a los demás.