RESUMEN
La ciencia de la conservación es un campo con motivaciones morales y valores implícitos y explícitos integrados en su ejercicio. Sus especialistas no pueden así eludir la ética de su labor e interrogar con ello los valores que le subyacen. Aquí, analizamos la ecología vanguardista y la ética contemporánea para revisar dos principios que se han convertido en dogmas dentro del sector: que los colectivos ecológicos son valiosos pero los animales individuales no, y que el antropomorfismo es algo que se debe evitar a toda costa. Los estudios emergentes demuestran que los individuos y sus variaciones intraespecíficas pueden tener un valor instrumental para las ciencias de la conservación, existiendo dentro de la filosofía ambiental un consenso cada vez mayor en torno al valor moral de los individuos. Sugerimos que las ciencias de la conservación deberían reconocer de forma explícita ese valor. También discutimos cómo el conservacionismo se ve perjudicado por la elusión del antropomorfismo, pues el antropomorfismo crítico permite una actuación científica más matizada —propiciando que los conservacionistas se formulen sus preguntas desde la creatividad y la compasión—. Proporcionamos evidencias de que ambos dogmas están científica y moralmente obsoletos, propiniendo nuevos valores normativos para guiar a la conservación hacia una ciencia más sólida y una práctica más ética.
La ciencia de la conservación es un campo con motivaciones morales y valores implícitos y explícitos integrados en su ejercicio. Sus especialistas no pueden así eludir la ética de su labor e interrogar con ello los valores que le subyacen. Aquí, analizamos la ecología vanguardista y la ética contemporánea para revisar dos principios que se han convertido en dogmas dentro del sector: que los colectivos ecológicos son valiosos pero los animales individuales no, y que el antropomorfismo es algo que se debe evitar a toda costa. Los estudios emergentes demuestran que los individuos y sus variaciones intraespecíficas pueden tener un valor instrumental para las ciencias de la conservación, existiendo dentro de la filosofía ambiental un consenso cada vez mayor en torno al valor moral de los individuos. Sugerimos que las ciencias de la conservación deberían reconocer de forma explícita ese valor. También discutimos cómo el conservacionismo se ve perjudicado por la elusión del antropomorfismo, pues el antropomorfismo crítico permite una actuación científica más matizada —propiciando que los conservacionistas se formulen sus preguntas desde la creatividad y la compasión—. Proporcionamos evidencias de que ambos dogmas están científica y moralmente obsoletos, propiniendo nuevos valores normativos para guiar a la conservación hacia una ciencia más sólida y una práctica más ética.