viernes, 17 de enero de 2025

¿Tienen las aves un lenguaje?

 

En nuestra búsqueda de lo que hace únicos a los humanos, a menudo nos comparamos con nuestros parientes más cercanos: los grandes simios. No obstante, los científicos están descubriendo que, en lo que atañe a la capacidad humana por excelencia, el lenguaje, las pistas más tentadoras se encuentran un poco más lejos.

El lenguaje humano es posible gracias a una impresionante aptitud para el aprendizaje vocal. Los bebés oyen sonidos y palabras, los recuerdan, y más adelante intentan reproducirlos, mejorando su habilidad a medida que crecen. La mayoría de los animales no pueden imitar sonidos. Aunque los primates nohumanos, por ejemplo, pueden aprender a utilizar sus vocalizaciones innatas de un modo diferente, no muestran la misma capacidad para aprender nuevas llamadas. Curiosamente, un pequeño número de mamíferos más distantes, como los delfines y los murciélagos, sí posee esta capacidad. Pero, en lo que respecta a la dispersión del aprendizaje vocal nohumano dentro del gran árbol de la vida, los más impresionantes son, sin lugar a dudas, los pájaros.

Los loros, las aves cantoras y los colibríes son capaces de aprender nuevas vocalizaciones. Las llamadas y cantos de algunas especies de estos grupos parecen tener mucho en común con el lenguaje humano, como transmitir información de forma intencionada y utilizar formas sencillas de algunos de los elementos de nuestro lenguaje, como la fonología, la semántica y la sintaxis. Y las similitudes llegan a ser incluso más profundas, pues incluyen estructuras cerebrales análogas que no comparten las especies sin aprendizaje vocal.

Estos paralelismos han motivado un boom de investigaciones en las últimas décadas, tal y como señala la etóloga Julia Hyland Bruno, de la Universidad de Columbia, que estudia los aspectos sociales del aprendizaje del canto en los pinzones cebra. "Mucha gente ha establecido analogías entre el lenguaje y el canto de los pájaros", afirma.

Hyland Bruno estudia los pinzones cebra porque son más sociales que la mayoría de las aves migratorias: les gusta viajar en pequeños grupos que de vez en cuando se reúnen en otros más grandes. "Me interesa saber cómo aprenden sus vocalizaciones, que se transmiten culturalmente dentro del grupo", dice Hyland Bruno, coautora de un artículo publicado en Annual Review of Linguistics en 2021, donde se compara el aprendizaje y la cultura del canto de las aves con el lenguaje humano.

Tanto el canto de los pájaros como el lenguaje se transmiten culturalmente a las generaciones posteriores a través del aprendizaje vocal. Con el tiempo, poblaciones geográficamente distantes de la misma especie de ave pueden hacer pequeños ajustes en sus cantos, lo que acaba dando lugar a un nuevo dialecto, un proceso similar a la forma en que los humanos desarrollan los diferentes acentos, dialectos e idiomas.

Teniendo en cuenta todas estas similitudes, es razonable preguntarse si las propias aves gozan de lenguaje. Puede que todo dependa de su definición.

"Yo no diría que tienen lenguaje en el sentido en el que lo definen los expertos en lingüística", afirma el neurocientífico Erich Jarvis, de la Universidad Rockefeller de Nueva York y coautor del artículo de Hyland Bruno. Pero para científicos como Jarvis, que estudian la neurobiología de la comunicación vocal aviar, se diría que "tienen un remanente o una forma rudimentaria de lo que podríamos llamar lenguaje hablado".

"Es igual que la palabra 'amor'. Si le preguntas a la gente, obtendrás muchas definiciones, lo que significa que en buena medida es un misterio".

El lenguaje hablado tiene múltiples componentes
, dice Jarvis, y algunas especies comparten más de esos componentes que otras. Un componente común es el aprendizaje auditivo, como cuando un perro averigua la manera correcta de responder a la orden de sentarse. Según afirma Jarvis, el aprendizaje vocal de los humanos y las aves es uno de los componentes más especializados, pero todos ellos son compartidos en cierta medida también por otros animales.

LA GRAMÁTICA DEL CANTO DE LAS AVES

Un elemento clave del lenguaje humano es la semántica, la unión de las palabras con sus significados. Durante mucho tiempo, los científicos creyeron que, a diferencia de nuestras palabras, las vocalizaciones de los animales eran reflejos involuntarios del estado emocional del animal, carentes de toda transmisión informativa. Las últimas cuatro décadas en cambio han arrojado numerosos estudios demostrando que algunos animales poseen llamadas con significados específicos.

Muchas especies de aves utilizan diferentes llamadas de alarma para distintos depredadores. Los carboneros chinos, que anidan en las cavidades de los árboles, tienen una llamada para que sus polluelos se agachen y eludan a los cuervos, y otra llamada distinta para que las crías salten del nido cuando se presenta una serpiente. Los arrendajos siberianos varían sus llamadas dependiendo de si el halcón que han detectado está posado, buscando una presa o atacando —provocando cada una de ellas una respuesta diferente en los otros arrendajos de las proximidades
. Y los carboneros cabecinegros cambian el número de "di's" de sus llamadas características para indicar el tamaño y la amenaza relativa de los depredadores.

Dos estudios recientes sugieren que, en algunas aves, el orden de las vocalizaciones podría afectar a su significado. Aunque la teoría está aún en discusión, esto podría representar una forma rudimentaria de las reglas que rigen el orden y la combinación de las palabras y los elementos del lenguaje humano, es decir, la sintaxis, que se ilustra con el clásico ejemplo de que no es lo mismo "el perro ha mordido al hombre" que "el hombre ha mordido al perro".

Además de las llamadas de alarma, muchas aves utilizan también voces de reclutamiento para convocar a otros miembros de su especie. Tanto los carboneros chinos como los turdoides bicolores parecen combinar ambas llamadas para crear una especie de llamada a las armas con la que congregan a sus congéneres en una turba de acoso y rechazo contra los depredadores. Cuando las aves oyen esta llamada, se acercan al emisor al mismo tiempo que buscan la fuente del peligro.

Un grupo de científicos dirigido por el etólogo Toshitaka Suzuki, de la Universidad de Kioto, descubrió que, para los carboneros chinos, el orden de las llamadas combinadas es muy importante. Una combinación grabada de "alarma + reclutamiento" reproducida por el equipo de Suzuki frente a unos carboneros salvajes provocó una respuesta de acoso mucho más intensa que una llamada artificialmente invertida de "reclutamiento + alarma". Esto podría explicarse interpretando que las aves sólo responden a su propia llamada combinada de "alarma + reclutamiento", sin reconocimiento de las partes de la combinación, pero los científicos idearon una forma inteligente de poner a prueba esta posibilidad.

Los carboneros montanos tienen sus propias llamadas de reclutamiento, que los carboneros chinos son también capaces de entender e interpretar. Cuando el equipo de Suzuki combinó llamadas de reclutamiento de los carboneros montanos con llamadas de alarma de los carboneros chinos, estos últimos respondieron con el mismo comportamiento combinado de aproximación y exploración —pero solo si las llamadas estaban en el orden correcto de alarma + reclutamiento
.

"Estos resultados dan muestra de un nuevo paralelismo entre los sistemas de comunicación animal y el lenguaje humano", escribieron Suzuki y sus colegas en Current Biology, en 2017.

Pero para el neurocientífico del comportamiento Adam Fishbein, de la Universidad de California, San Diego, queda abierto a la interpretación si las llamadas combinadas de los carboneros y los turtoides son o no relevantes para las discusiones relativas al lenguaje humano.

"Para que fuera más parecido a nuestro lenguaje, las combinaciones tendrían que ser múltiples", dice Fishbein. "El de las aves es un sistema un tanto restringido".

RESONANDO

La propia investigación de Fishbein con el canto de los pinzones cebra sugiere que la sintaxis podría no tener para las aves tanta importancia como para los humanos. "Me parece que la gente ha tratado de imponer en las aves la forma en que los humanos entendemos la comunicación", dice.

El canto de las aves puede llegar a ser muy complejo y suele tener secuencias y patrones típicos de notas, sílabas y adornos. Así que la analogía del canto de las aves con el lenguaje humano podría ser mucho mayor de lo que sugieren las llamadas de alarma y de reclutamiento de los carboneros. Para el oído humano, algunas partes del canto de las aves recuerdan a las sílabas, por lo que es fácil suponer que el orden de esas partes es fundamental para el mensaje. Sin embargo, y sorprendentemente, se sabe muy poco sobre cómo percibe el oído de las aves las secuencias de sus propios cantos. La investigación de Fishbein sugiere que lo que escuchan las aves podría ser muy diferente de lo que escuchan los humanos.

Para su trabajo de posgrado en la Universidad de Maryland, Fishbein estudió a unos pinzones cebra que habían sido entrenados para pulsar un botón al percibir un cambio en los sonidos que les reproducían. Si los pájaros identificaban correctamente un cambio y pulsaban el botón, recibían una recompensa. Si se equivocaban, las luces se apagaban brevemente. De este modo, Fishbein pudo descubrir las diferencias que las aves eran capaces de identificar, lo que ayudó a los científicos a entender qué aspectos del canto aviar son importantes para ellas.

En una de las pruebas, Fishbein y sus colegas reprodujeron el canto estándar de los pinzones una y otra vez a intervalos regulares para pasar después a introducir versiones con sílabas reordenadas artificialmente. Estos cambios son fáciles de apreciar por los humanos, pero las aves fueron sorprendentemente malas a la hora de captar las secuencias aleatorias.

Los pájaros obtuvieron mucho mejores resultados en otra de las pruebas que les hizo Fishbein. Dentro de cada sílaba del canto hay particularidades de mayor frecuencia llamadas "estructuras finas temporales", que son parecidas a lo que los humanos perciben como timbre o calidad tonal. Cuando los científicos alteraron las estructuras finas de los cantos reproduciendo una de las sílabas al revés, los pinzones fueron "extremadamente" buenos en su identificación.

"Es un aspecto del sonido que ellos perciben mucho mejor que nosotros", dice Fishbein. "Es posible pues que se encuentren en una escala sonora que nosotros no alcanzamos al escuchar el canto de los pájaros".

Nuestra comprensión de lo que escuchan las aves y de lo que es importante para ellas está limitado por lo que oímos nosotros y, como ocurre con muchas investigaciones científicas, por los análisis estadísticos, dice el lingüista Juan Uriagereka, que trabajó con Fishbein en la Universidad de Maryland. "Hace diez años ni siquiera sabíamos cuáles eran las unidades que combinaban", afirma. "Y, por supuesto, las que hoy creemos que son las unidades son en realidad una conjetura".

Aunque los pinzones cebra macho aprenden todos el mismo canto, los científicos han descubierto que dentro de las interpretaciones del canto estándar existen variaciones en las estructuras finas temporales, lo que sugiere que las aves tienen un sistema de comunicación mucho más rico de lo que se sospechaba. "Podría ser que la mayor parte del significado se encuentre en esos elementos individuales", dice Fishbein, "y que la forma en que están dispuestos no sea tan importante a la hora de transmitir dicho significado".

SIGNIFICAR LO QUE SE DICE

Aunque algunas aves comparten aspectos rudimentarios del lenguaje humano, aún sabemos muy poco sobre lo que realmente pasa por sus mentes. La mayor parte de la investigación sobre la comunicación animal se ha centrado en la descripción de sus señales y su comportamiento, que superficialmente puede llegar a parecerse mucho a la conducta humana. Determinar si los procesos cognitivos subyacentes son también similares es algo mucho más difícil.

En el núcleo de esta cuestión está la intencionalidad. ¿Los animales se limitan a reaccionar a su entorno, o tienen la intención de transmitirse información? Por ejemplo, cuando un pájaro descubre un alimento y lanza una llamada que hace que otras aves se acerquen a ella, ¿dicha llamada equivale a "¡Yuju! ¡Comida!", atrayendo así involuntariamente a sus congéneres? ¿O equivale más bien a "¡Eh, chicos, venid! ¡He encontrado comida!"?

Se han descubierto signos de intencionalidad en muchos animales. Las ardillas de tierra, los peces luchadores de Siam, las gallinas e incluso las moscas de la fruta varían sus señales dependiendo de quiénes están cerca para recibirlas, lo que indica de que poseen un cierto control voluntario sobre ellas. Otros animales parecen "mostrar" intencionadamente algo a los demás, como cuando un perro mira alternativamente a un ser humano y a una bolsa de golosinas o a un juguete escondido, quizá incluso añadiendo un ladrido previo para llamar la atención. Los cuervos también parecen capaces de mostrar objetos a otros cuervos sosteniéndolos con el pico, cosa que normalmente sólo hacen cuando el otro se muestra atento.

Algunas de las mejores pruebas recientes de comunicación intencionada en aves proceden de observaciones hechas sobre tordalinos arábigos salvajes en la Reserva Natural de Shezaf (Israel). Un equipo dirigido por el etólogo Yitzchak Ben-Mocha grabó el modo en que los tordalinos adultos persuaden a las crías para que se trasladen a un nuevo refugio. Si alguno de los polluelos no parte de inmediato o se detiene por el camino, el adulto regresa y repite el canto y el baile una y otra vez hasta que la cría le obedece.

Los científicos llaman a este tipo de conductas comunicación intencionada de primer orden. Algunos investigadores sostienen que la de segundo orden sería en cambio una precursora más apropiada de un lenguaje como el nuestro. Ésta implica que el emisor sabe algo sobre la mente de los receptores, como cuando un ave encuentra comida que sabe que otra ave ignora y la llama intencionadamente para informarla. Como el lector habrá supuesto ya, es sumamente complicado poder probar este tipo de atribución mental.

Otros científicos están adoptando un enfoque diferente para tratar de entender lo que subyace a esa comunicación, comparando las estructuras cerebrales que permiten el aprendizaje vocal en aves cantoras y en humanos.

CONEXIONES MÁS PROFUNDAS

A pesar de que el parentesco entre los seres humanos y las aves es muy lejano —su último ancestro común vivió hace más de 300 millones de años—, los circuitos cerebrales que operan en el aprendizaje vocal de uno y otro son muy similares. Los primates no humanos, nuestros parientes más cercanos, carecen de una red especializada para la imitación de sonidos, lo que lleva a los científicos a concluir que esta capacidad no procede de un ancestro común. Debe haber evolucionado de forma independiente en las aves —un ejemplo de lo que se conoce como convergencia evolutiva
.

"Existe la suposición de que las especies más estrechamente emparentadas con nosotros han de sernos las más parecidas", dice Jarvis. "Pero aunque eso es cierto para muchos rasgos, no lo es para todos".

Jarvis estudia la evolución del lenguaje observando el cerebro de las aves cantores. Los animales que sólo emiten sonidos innatos controlan los músculos que crean esos sonidos a través de un circuito del tallo cerebral, una zona cercana a la médula espinal que regula funciones automáticas como la respiración y los latidos del corazón. "Lo que ha ocurrido es que los humanos y las aves han desarrollado para los sonidos aprendidos un nuevo circuito en el prosencéfalo que ha tomado el control del circuito del tallo cerebral dedicado a los sonidos innatos", comenta Jarvis.

Su teoría sobre cómo evolucionaron en distintas especies y paralelamente unos circuitos similares para el aprendizaje vocal es que se desarrollaron a partir de un circuito adyacente dedicado a controlar el aprendizaje de algunos movimientos. "Tanto el circuito cerebral ocupado del lenguaje hablado de los humanos como el circuito que controla el aprendizaje del canto en las aves evolucionaron a partir de una duplicación completa de la vía motora circundante", sostiene Jarvis.

No está claro cómo pudo duplicarse todo un circuito cerebral, dice, pero podría ser similar a la duplicación de los genes y su posterior cooptación para otros fines. Sea como fuere, humanos y aves comparten estos raros circuitos análogos que les permiten aprender e imitar sonidos. Esto sugiere que los científicos que tratan de estudiar el lenguaje humano examinando el modo en que se comunican unas aves con tan lejano parentesco, como los pinzones cebra, no andan nada desencaminados.

"Creo que los humanos tendemos a sobrestimar nuestra distinción respecto de los demás animales", dice Jarvis. Él mismo se ha visto contemplando a unos pinzones cebra o a unos estorninos cantando en el laboratorio o en un árbol y pensando que era algo muy diferente de lo que hacen los humanos. "Y luego, un año después, sin embargo, descubrimos la conexión de sus circuitos cerebrales o el mecanismo que produce esos sonidos, y resulta que son muy similares a los nuestros".

Betsy Mason, 25 de febrero de 2022.
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Traducción: Igor Sanz

Texto original: Do Birds Have Language?

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