LOS PAVOS EXPRESAN
SIMPATÍA SOCIAL
Una de las
conductas emocionales de los pavos de la que se dice que «desafía
la lógica» es «el
gran velatorio»
que organizan en torno a sus compañeros desaparecidos. En un incidente
particular, citado por A. W. Schorger en la página 149 de su libro
The
Wild Turkey: Its History and Domestication,
el aleteo de un pavo que acababa de
recibir un disparo atrajo a una bandada que, en lugar de huir, tal y
como «se
esperaba»
que hiciese, se quedó plantada junto al ave moribunda.
John James
Audubon (1785-1851) escribió de qué modo respondieron los machos a
los gritos de una hembra a la que acababa de
disparar: «Miré
por encima del tronco y vi una treintena de pavos que avanzaba con
cautela hacia el lugar en que yacía yo escondido. Se acercaron tanto
que pude ver el reflejo de la luz en sus ojos cuando hice fuego y
maté a tres de ellos. El resto, en lugar de echar a volar, comenzó a
pavonearse alrededor de sus compañeros muertos».
(Cabe
mencionar que Audubon asesinó a miles de aves, tanto para emplearlas
de modelos para sus pinturas como por deporte. Véase Wildlife in America author Peter Matthiessen, 86,
para más detalles.)
Se han observado
comportamientos similares en los pavos de las granjas industriales.
Cuando una de las aves sufre un ataque cardíaco, cosa que sucede con
frecuencia, otras tres o cuatro rodean a su compañera muerta y
también ellas fallecen en el acto. La Federación Nacional del Pavo
quiere hacer creer a la gente que esto, que ellos llaman «histeria»,
demuestra que los pavos son muy poco inteligentes. Lo que revela su
comportamiento en realidad es empatía y sensibilidad, cosa que
debería alertarnos sobre la forma terrible en que los tratamos e
inspirarnos a dejar de hacerlo.
Los observadores están
maravillados por «la
gran velocidad con que se contagian las llamadas»
de un ave a otra dentro de una bandada cuando se hallan en peligro.
Cuando uno de los pavos comienza a gluglutear, el resto lo sigue con tal
rapidez que «es
imposible que el oído humano pueda detectar ningún intervalo»
o identificar al pájaro que inició el coro o lo acabó (Schorger,
152).
LOS PAVOS PRACTICAN
BAILES DE ALEGRÍA
En las páginas
154-155 de su libro Illumination in the
Flatwoods, el etólogo Joe Hutto
describe cómo sus pavos huérfanos de 3 meses de edad, al verlo
aparecer por las mañanas, se dejan caer del árbol en el que
«parlotean
amistosamente»,
estiran sus alas y se ponen a bailar «una
danza alegre y jovial, con expresión de gran euforia».
Esto no sólo lo hacen los pavos jóvenes. Tal y como dice
Schorger, citando a otro testigo:
«Escuché
los gritos de una bandada de pavos salvajes... Estaban celebrando una
fiesta crepuscular antes de irse a dormir. Se perseguían los unos a
los otros con fingido enfado, gritando todo el rato, casi como
haciendo travesuras. Sus notas eran descaradas y claras... Estuvieron
alrededor de cinco minutos jugaron sobre el manto marrón dejado por
las acículas de los pinos del bosque, luego, como si alguien hubiese
dado una señal, se sumieron todos en un sigilo repentino y se
ocultaron en las tenues sombras.»
Otro
testigo citado por Schorger describe la manera en que unos pavos adultos suelen jugar
juntos en las mañanas frías:
«Con
frecuencia, hasta ocho o diez de ellos participan en una especie de
persecución durante la cual se dedican a correr unos detrás de
otros, evitando en el último instante y por apenas unas pulgadas la
colisión. A veces se esconden detrás de la maleza para sorprender a
sus desprevenidos compañeros.»
MAMÁ PAVA CONTRA
HALCÓN
«He
visto pelear a una pava con tal pasión, que a su lado un águila
hubiese parecido mansa.»
Everette M. Prosise,
en una carta dirigida a la revista Virginia
Tech en otoño de 1999, describió a
una increíble pava que, en una zona rural de Virginia, se lanzó
volando contra un halcón a fin de proteger a sus pequeños:
«Vi
a una pava entrar en el campo de labranza. Llevaba unas 10 crías del
tamaño de una codorniz grande caminando detrás de ella... Sin
precalentamiento alguno, la gallina salió disparada en vertical,
como si hubiese pisado una mina. A unos 20 pies del suelo, interceptó
y atacó a un halcón que venía en busca de sus pequeños. La pava
primero golpeó al halcón con sus pies, poniendo su espalda casi
paralela al suelo. El halcón voló entonces hasta el lindero del campo
perseguido por la pava; se dio la vuelta en dirección a las crías y
la pava lo volvió a golpear.
»Ambos
cayeron unos 10 pies luchando con sus patas, hasta que por fin el
halcón se dirigió hacia la zona arbolada y se alejó. La pava
regresó junto a sus pequeños. Cuando se adentraron en los pinos,
los bebés no se separaban de los pies de su madre. Ojalá hubierais
podido verlo.»
¡La
agudeza de esta observadora nos brinda la oportunidad de hacerlo!
Karen Davis, 19 de noviembre de
2019.
REFERENCIAS:
Joe Hutto. Illumination in the Flatwoods: A Season with the Wild Turkey. Lyons & Burford, 1995.
Joe Hutto. Illumination in the Flatwoods: A Season with the Wild Turkey. Lyons & Burford, 1995.
Everette M. Prosise, Cartas al editor.
Virginia Tech Magazine, Fall 1999.
A W. Schorger, The Wild Turkey: Its History and Domestication. University of Oklahoma Press, 1996.
A W. Schorger, The Wild Turkey: Its History and Domestication. University of Oklahoma Press, 1996.
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Traducción: Igor Sanz
Texto
original: Turkeys: Sympathy, Sensibility, and Sentience
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