Por muy frecuente que se haya vuelto su confusión, ley y ética no son la misma cosa. Mientras que la ética soporta una realidad que le es genuina, las leyes son una pura implantación social. Las normas jurídicas responden a los acuerdos de una
sociedad, mientras que las normas morales están dictadas por la lógica. Las leyes pueden cambiar; la ética no. Algo puede
ser ilegal hoy y legal mañana; pero lo que es inmoral hoy, es inmoral
siempre.
Esto no significa que las leyes y la ética no puedan darse de la mano. Es deseable que así ocurra, de hecho; pero la ocurrencia no es forzosa. Son los mismos análisis de concordancia los que permiten la evolución legislativa. Podemos saber qué leyes son o no son justas recurriendo a la ética, algo que no sería posible si ambos conceptos viniesen a representar lo mismo.
La esclavitud humana no es más ética ahora de lo que lo era hace 200 años, pero ahora es ilegal y entonces, no. Las gentes de aquella época no reconocían su inmoralidad, y por eso sus leyes permitían la práctica de algo que se valoraba como conveniente. Sin embargo, los principios de la ética jamás han aceptado el ejercicio de la esclavitud, y su abolición legal se fue sucediendo a medida que más personas fueron admitiendo la verdad de la resolución.
Las leyes son un mero reflejo de la sociedad en que son dictadas. Por eso, es imposible pretender que la ley haga nada significativo en favor de los demás animales en una sociedad que les niega toda dignidad.
Hoy por hoy, apelar al aparato judicial para defender a los nohumanos resulta una completa perdida de tiempo. Incluso las normas que parecen favorecerlos de alguna manera son en realidad normas que protegen directa o indirectamente a los únicos sujetos a quienes tiene en consideración: los humanos. Los demás animales no tienen más valor para la ley que cualquier otra propiedad, y las penas que condenan ciertos actos lo hacen por interpretarlos como un mal empleo de recursos. Los actuales "derechos de los animales" son poco más que un manual para usuarios.
Alguien puede ser castigado por torturar y/o matar a un perro callejero, pero sólo porque se contempla como un mal uso de un recurso considerado público. No difiere en nada de las condenas decretadas por maltrato de farolas. Frente a las denuncias por abuso animal, la ley sólo atiende al interés humano que puedo haber volcado en ello. En su sopesar no cabe espacio para las víctimas directas. Por eso no se ven condenas por crueldad con ratas o escarabajos, porque en relación a estas especies no existen los intereses emocionales o materiales que sí hay unidos a los cánidos. Las denuncias legales en torno a los actos de violencia especista son en realidad un reclamo de nuestros derechos, no los de la víctima. Para la ley, las únicas víctimas potenciales cobran siempre forma humana.
Por ello, la vía pertinente frente a la problemática del especismo no es la jurídica, sino la educativa. La ley sólo responde a la voz de su progenitor: la sociedad. Sólo cuando una masa importante de gente cambie su manera de ver al resto de animales serán dictadas normas que les concedan un nuevo estatus y les ofrezcan una verdadera protección. Pretender algún adelanto recorriendo el camino inverso es comulgar con ruedas de molino. Las leyes no dictan a la sociedad, sino que es la sociedad la que dicta las leyes; y mientras la sociedad en su mayoría acepte la explotación animal, la ley seguirá actuando siempre en su favor.
Esto no significa que debamos olvidarnos de la ley. Lo que significa es que deberíamos olvidarnos de ella por ahora. Debemos educar a la sociedad en el veganismo, y una vez que se produzca un cambio en ella —una vez que se reconozca socialmente a los nohumanos como personas—, entonces, y sólo entonces, podrá surgir su protección jurídica.
Las leyes pueden convertirse en un buen aliado del respeto, pero sólo cuando ese respeto está presente. Cualquier tentativa seria en contra de la explotación de los nohumanos precisa de un mundo impregnado de un rechazo moral previo, cosa que sólo puede conseguirse por vía de la educación. Una educación que haga ver al resto de animales como personas, y no como cosas. En eso es en lo que debemos poner todos nuestros esfuerzos, porque sólo eso puede lograr algo auténtico por ellos.
________________________________________Esto no significa que las leyes y la ética no puedan darse de la mano. Es deseable que así ocurra, de hecho; pero la ocurrencia no es forzosa. Son los mismos análisis de concordancia los que permiten la evolución legislativa. Podemos saber qué leyes son o no son justas recurriendo a la ética, algo que no sería posible si ambos conceptos viniesen a representar lo mismo.
La esclavitud humana no es más ética ahora de lo que lo era hace 200 años, pero ahora es ilegal y entonces, no. Las gentes de aquella época no reconocían su inmoralidad, y por eso sus leyes permitían la práctica de algo que se valoraba como conveniente. Sin embargo, los principios de la ética jamás han aceptado el ejercicio de la esclavitud, y su abolición legal se fue sucediendo a medida que más personas fueron admitiendo la verdad de la resolución.
Las leyes son un mero reflejo de la sociedad en que son dictadas. Por eso, es imposible pretender que la ley haga nada significativo en favor de los demás animales en una sociedad que les niega toda dignidad.
Hoy por hoy, apelar al aparato judicial para defender a los nohumanos resulta una completa perdida de tiempo. Incluso las normas que parecen favorecerlos de alguna manera son en realidad normas que protegen directa o indirectamente a los únicos sujetos a quienes tiene en consideración: los humanos. Los demás animales no tienen más valor para la ley que cualquier otra propiedad, y las penas que condenan ciertos actos lo hacen por interpretarlos como un mal empleo de recursos. Los actuales "derechos de los animales" son poco más que un manual para usuarios.
Alguien puede ser castigado por torturar y/o matar a un perro callejero, pero sólo porque se contempla como un mal uso de un recurso considerado público. No difiere en nada de las condenas decretadas por maltrato de farolas. Frente a las denuncias por abuso animal, la ley sólo atiende al interés humano que puedo haber volcado en ello. En su sopesar no cabe espacio para las víctimas directas. Por eso no se ven condenas por crueldad con ratas o escarabajos, porque en relación a estas especies no existen los intereses emocionales o materiales que sí hay unidos a los cánidos. Las denuncias legales en torno a los actos de violencia especista son en realidad un reclamo de nuestros derechos, no los de la víctima. Para la ley, las únicas víctimas potenciales cobran siempre forma humana.
Por ello, la vía pertinente frente a la problemática del especismo no es la jurídica, sino la educativa. La ley sólo responde a la voz de su progenitor: la sociedad. Sólo cuando una masa importante de gente cambie su manera de ver al resto de animales serán dictadas normas que les concedan un nuevo estatus y les ofrezcan una verdadera protección. Pretender algún adelanto recorriendo el camino inverso es comulgar con ruedas de molino. Las leyes no dictan a la sociedad, sino que es la sociedad la que dicta las leyes; y mientras la sociedad en su mayoría acepte la explotación animal, la ley seguirá actuando siempre en su favor.
Esto no significa que debamos olvidarnos de la ley. Lo que significa es que deberíamos olvidarnos de ella por ahora. Debemos educar a la sociedad en el veganismo, y una vez que se produzca un cambio en ella —una vez que se reconozca socialmente a los nohumanos como personas—, entonces, y sólo entonces, podrá surgir su protección jurídica.
Pero existe además otro motivo por el que la educación es el elemento fundamental. Lo es
también por las limitaciones propias de los poderes judiciales. Nos gusta creer que
estamos permanente y enteramente amparados por la ley, pero lo cierto
es que si no nos estamos agrediendo todo el rato es por nuestra conciencia moral, no por la legal. Las
condenas legales tienen en realidad una función coercitiva. Tienen la
pretensión de persuadir a quienes padezcan la tentación de
salirse de las normas aceptadas de conducta. Más allá de eso, sus límites son manifiestos.
En el marco de una sociedad especista, cualquier ley en contra de la explotación animal tendrá siempre un efecto completamente nulo. Ningún nohumano va a poder jamás interponer una querella; ninguno podrá nunca hacer reclamación de sus derechos; ninguno llegará a firmar una demanda por abuso o vejación. Nada fácil sería descubrir y perseguir a alguien que asesinase a un nohumano en la intimidad de su morada, y menos en el seno de una sociedad que comparta tan excentricos "valores". ¿Quién hará notar la desaparición de la víctima? ¿Quién la denunciará? ¿Quién reclamará justicia por aquella? Los demás animales no entienden de leyes ni tienen acceso a su función. Y no hablamos de unos pocos sujetos, sino de una infinidad. Demasiados como para pretender una constante abogacía ajena.
En el marco de una sociedad especista, cualquier ley en contra de la explotación animal tendrá siempre un efecto completamente nulo. Ningún nohumano va a poder jamás interponer una querella; ninguno podrá nunca hacer reclamación de sus derechos; ninguno llegará a firmar una demanda por abuso o vejación. Nada fácil sería descubrir y perseguir a alguien que asesinase a un nohumano en la intimidad de su morada, y menos en el seno de una sociedad que comparta tan excentricos "valores". ¿Quién hará notar la desaparición de la víctima? ¿Quién la denunciará? ¿Quién reclamará justicia por aquella? Los demás animales no entienden de leyes ni tienen acceso a su función. Y no hablamos de unos pocos sujetos, sino de una infinidad. Demasiados como para pretender una constante abogacía ajena.
Las leyes pueden convertirse en un buen aliado del respeto, pero sólo cuando ese respeto está presente. Cualquier tentativa seria en contra de la explotación de los nohumanos precisa de un mundo impregnado de un rechazo moral previo, cosa que sólo puede conseguirse por vía de la educación. Una educación que haga ver al resto de animales como personas, y no como cosas. En eso es en lo que debemos poner todos nuestros esfuerzos, porque sólo eso puede lograr algo auténtico por ellos.
«Ante
la ley hay un guardián. Un campesino se presenta frente a este
guardián, y solicita que le permita entrar en la Ley. Pero el guardián contesta
que por ahora no puede dejarlo entrar. El hombre reflexiona y pregunta si más
tarde lo dejarán entrar. “Tal vez”, dice el centinela, “pero ahora no”.»
guardián, y solicita que le permita entrar en la Ley. Pero el guardián contesta
que por ahora no puede dejarlo entrar. El hombre reflexiona y pregunta si más
tarde lo dejarán entrar. “Tal vez”, dice el centinela, “pero ahora no”.»
~
Franz Kafka ~
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- De los derechos, o de qué les debemos a los demás.
Se les reconocerá como personas el día en que ellos nos pidan que los reconozcamos como personas.
ResponderEliminarJamás un bebé recién nacido ha pedido que se lo reconozca como persona y sin embargo todos ellos están reconocidos como tales. ¿Y tú? ¿Cuándo pediste ser una persona? Para que alguien sea algo no hace falta que lo reclame. Y como ejemplo de ello basta decir que no tenemos ningún problema en reconocerlos como animales sin que hayan pedido tal cosa tampoco.
EliminarUn saludo.
Lo correcto no es el producto de la ética, sino del poder. Todas las leyes, mandamientos o doctrinas en cuanto a no hacer a otro lo que no deseáis que se os haga, no tienen ninguna autoridad inherente, sino que la reciben sólo del presidio, de la horca y de la espada. Un hombre verdaderamente libre no tiene la obligación de obedecer ningún mandato, humano o divino. La obediencia a una moral es el signo del degenerado. La desobediencia a cualquier moral es el símbolo del héroe. El poder hace la razón, el y lo débil merece odio y desprecio y nace para ser esclavo de otro mas fuerte.
ResponderEliminarSi lo correcto es aquello que sea producto del poder, entonces todo es correcto y nada hay que pueda ser incorrecto, puesto que todo lo que ocurre manifiesta el poder de ocurrir. Quien le mate a usted habrá ostentado el poder de matarlo, ergo nada habrá que reprocharle. El concepto mismo de “reproche” queda suspendido, lo mismo que “correcto”, “incorrecto”... Digo más, su teoría nos exige un vaciado profundo.
ResponderEliminarEn fin, no perderé excesivo tiempo tratando de razonar con alguien que renuncia a todo uso de razón. Lo que no entiendo es qué hace usted gastando el suyo en un espacio de diálogo.
Saludos.
Buenas.. La ética, como seres humanos que somos, en mi opinion depende de lo que nos pongamos de acuerdo que esta bien y qué está mal según lo que cada uno siente y nos digan nuestras emociones. Somos seres racionales pero tambien emocionales. Las leyes no hacen mas que recoger esos acuerdos morales que establecen las personas en ese monento de la sociedad concreto. Por lo que intentar saber qué es ético o moral mediante
ResponderEliminarrazonamiento estrictamente lógico no tiene sentido alguno e incluso lleva a absurdos si se parte de ciertas premisas. No tenemos mas que ver costumbres sociales de otros pueblos, tribus, de otras épocas que en su monento eran moralmente aceptables pero actualmente nos parecen una barbaridad.
Podrán explicar la ética desde distintos axiomas (que se toman como verdaderos irrefutables) pero partiendo de distintos axiomas nunca se llegara a un acuerdo.
Cabe destacar que el concepto "sintiencia" actualmente carece de aceptación tanto por la comunidad científica como para la filosofía dado que se le considera una extensión de un antropocentrísmo infundado y selectivo.
Muy buenas.
EliminarLa primera parte de su comentario describe una filosofía contractualista. Es una teoría popular entre el público general porque resulta intuitiva, sencilla y conveniente, pero a poco que se ahonda en ella se revelan lagunas insondables, empezando por el hecho de que anula la distinción entre ética y legalidad. En este mismo blog ha sido tratado el tema varias veces, así que me limitaré a recomendar la lectura de dichos textos:
http://lluvia-con-truenos.blogspot.com/2016/07/derechos-y-obligaciones.html
https://lluvia-con-truenos.blogspot.com/2018/05/humanos-marginales-el-argumento-de-las.html
http://lluvia-con-truenos.blogspot.com/2017/02/comunidad-moral-y-derechos-animales.html
Dice usted que una ética basada en la lógica lleva a absurdos, pero no ha expuesto cuáles son esos absurdos. Apenas se ha limitado a observar lo bárbaras que hoy nos parecen las costumbres de otras culturas y épocas, lo cual no explica nada. De todos modos, debo decir que la idea en sí la encuentro sumamente extraña, dado que lo absurdo sólo puede ser descrito desde la misma lógica. Absurdo es aquello que no es lógico, luego no parece fácil poder hablar de “absurdos” desde un prisma que no sea el de la lógica.
Una ética amparada en la lógica parte de ciertos axiomas, cierto; pero son los axiomas que rigen la propia lógica. No ha explicado tampoco por qué esto impediría los acuerdos, aunque temo en cualquier caso que esto nos devolvería al punto inicial.
Me sorprende mucho que se rechace la lógica como base de la ética porque cualquiera que lo haga fracasará en cuanto procure algún razonamiento. ¿Cómo vamos a oponernos a la razón desde la razón? La única alternativa a la razón es el dogma. Cualquier teoría ética que trate de justificarse y no sólo de imponerse estará forzada a apelar a lógica, lo que conduce a la conclusión de que ésta es la base de toda ética racional.
A su último comentario sobre el concepto de sintiencia no le encuentro sentido alguno. La sintiencia describe un simple fenómeno biológico. ¿Por qué se habría de negar nadie a su aceptación? Eso sería como rechazar el concepto de “temperatura” o “digestión”.
Un saludo y gracias por su comentario.
Hola. El VEGANISMO a mi me parece que es la versión posmoderna del AHIMSA (अहिंसा): “no violencia”, es una de las doctrinas hindúes más importantes es el no daño, es la razón por la cual los hindúes respetan la vida de todos los seres, aun cuando estos pueden servir para alimentarse, o cuando estos son perjudiciales para la comunidad o la salud publica, los seguidores del JAINISMO son quienes llevan esto al extremo de caminar descalzos, e incluso llevar una máscara para no tragarse por accidente algún insecto y así darle muerte.
ResponderEliminarComo vemos este concepto Hindú es incompatible con la forma de ver el mundo de un Occidental. Pensemos en el Dios romano Marte el Dios de la guerra, también en la práctica de casería (como actividad lúdica entre hombres que beneficia a la comunidad con nutritiva carne y otros productos animales) tan común en todos los pueblos europeos, y en la necesidad de los sacrificios cruentos en la mayoría de los cultos mediterráneos. Entre otros aspectos que denotan la naturaleza bélica, y tenaz de las gentes del mediterráneo antiguo respecto a la contra parte oriental hindu.
Es decir, el veganismo al igual que con el cristianismo me parece contrario a los valores europeos y occidentales a la religión greco-mediterranea, incompatible con nosotros en la futura Europa pagana guerrera y el camino romano a los Dioses.
Buenas.
EliminarGracias por su comentario.
Hombre, si la no-violencia es incompatible con el pensamiento europeo, entonces diría que estamos tardando en cambiar el pensamiento europeo. No obstante, en Europa hemos sido capaces de dejar de quemar brujas, perseguir ateos o comerciar humanos, así que no encuentro razón para no confiar en que se vaya a dejar de abusar de los demás animales también. De hecho, el veganismo ya está instalado en Europa, y cada día lo está más. No veo pues que el veganismo se demuestre irreconciliable con el pensamiento occidental.
Un saludo.