miércoles, 15 de diciembre de 2021

El parentesco universal

 
LA ÉTICA DE LOS SERES HUMANOS EN SU RELACIÓN CON LOS SERES NO HUMANOS

El ejemplo más lamentable de ética provinciana que ofrecen los habitantes de la Tierra no es el que muestran las distintas variedades de la especie humana en sus actitudes mutuas, sino el trato que la raza humana en su conjunto le dedica a las razas de los no humanos. En ningún otro lugar se muestra tan horrible la naturaleza humana, ni su conciencia tan profundamente inoperante, como en su desprecio hacia la vida y la felicidad del animal no humano. Con el desarrollo de sus facultades mentales y la ampliación y mutualización de sus actividades, los hombres han extendido su horizonte y con ello han intensificado su sentimiento de hermandad, hasta el punto de observarse que hoy, a pesar de cierto seccionalismo, los sistemas éticos de los pueblos civilizados incluyen, al menos en teoría, y con más o menos seriedad, a todo el conjunto de la humanidad. La conciencia ética se ha extendido del individuo a la familia, de la familia al clan, del clan a la tribu, de la tribu a la confederación, de la confederación al reino, del reino a la raza, y de la raza a la especie, hasta que por fin, en el caso de muchos millones de hombres, el sentimiento ético ha alcanzado, con mayor o menor viveza y consistencia, el estadio antropocéntrico de la evolución. El hecho de que un individuo sea un hombre —es decir, el hecho de que sea un animal de la especie humana— le otorga en todas las tierras civilizadas los derechos y privilegios fundamentales de la existencia. El derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad son hoy considerados por todas las mentes exaltadas como propiedades inalienables de todo ser humano venido al mundo.