1. INTRODUCCIÓN
El
desarrollo urbanístico occidental se ha basado históricamente en
una concepción del progreso arraigada en la conquista y la
explotación de la naturaleza en prez de la cultura. La brújula
moral de los arquitectos urbanísticos vino a apuntar a virtudes como
la razón, el crecimiento y la rentabilidad, dejando todo lo salvaje
—incluidas las personas tratadas como tal— fuera de su
círculo de consideración. Hoy en día, la lógica de la
urbanización capitalista sigue avanzando sin tener en cuenta la vida
del animal nohumano, excepto como efectivo destinado al matadero o
como mercancía útil en el ciclo de la acumulación1.
Puede que el desarrollo se vea frenado por leyes que protegen a las
especies en peligro, pero rara vez veremos a las excavadoras
detenerse para poner a salvo a conejos o
reptiles.