¿Qué
hay de malo en los huevos, la miel, la lana o los lácteos? Ésta es
quizá la pregunta que escuchan los veganos con mayor asiduidad. Hemos degradado tanto la moral en lo que atañe a los nohumanos, que nos cuesta ver la injusticia allá donde no tendríamos
dificultades para apreciarla si los afectados fuésemos nosotros.
Nos hemos acostumbrado de tal forma a esta clase de violencia, que sólo alcanzamos a reconocerla cuando se
nos presenta en alguna de sus manifestaciones más explícitas. Es indiscutible que la carne, el
cuero o la piel implican el sufrimiento y la muerte de las victimas,
pero nos cuesta asociar efectos de tal magnitud con el resto de
los productos de su explotación.
El siguiente artículo es un trabajo desarrollado por Ann Reed Mangels y Virginia Messina, con el respaldo de la Asociación
Dietética Americana (actualmente Academia de Nutrición y Dietética) y la
Academia Americana de Pediatría, en torno a la alimentación
vegana en los bebés. Además de avalar este tipo de
alimentación y tratar los más importantes aspectos a tener en
cuenta, el artículo proporciona a los padres veganos consejos y
directrices muy útiles a la hora de diseñar programas alimenticios
adecuados para sus hijos.
Si puede usted ser catalogado como «animalista» de una u otra manera y se atreve a formular alguna
crítica hacia este mismo abstruso colectivo, es muy posible que no tarde en ser
lanzada contra usted una falacia con maneras de acusación: «¡Estás separando al movimiento!».