Cualquiera que leyese los prefacios y primeros
párrafos de las obras canónicas de la filosofía occidental podría suponer que la pregunta clave para esta disciplina es: ¿qué hace
que los humanos sean mucho mejores que los otros animales? Lo cierto
es que resulta asombroso lo implacable que se ha mostrado esta idea a
lo largo de toda la historia de la filosofía. El distanciamiento y
la superioridad de los humanos con respecto a los miembros de las
otras especies se destaca como un buen candidato a matriz del
pensamiento occidental. Y un buen candidato a su lado más oscuro,
también.