sábado, 19 de marzo de 2022

La ética de la dieta

En la actualidad, en todas las partes del mundo civilizado, las antaño ortodoxas prácticas del canibalismo y los sacrificios humanos son contempladas universalmente con perplejidad y con horror. La historia pasada del desarrollo humano, y los lentos pero seguros movimientos progresistas del presente, hacen que sea absolutamente seguro que el hábito aún prevaleciente de vivir a costa de la matanza y el sacrificio de las especies inferiores —un hábito cuya barbarie es diferente antes en grado que en clase— será contemplado con la misma perplejidad y el mismo horror por generaciones más ilustradas y refinadas que la nuestra. De la certeza de ello no pretenderá tener duda razonable alguna nadie cuyo ideal de civilización no sea un Estado repleto de cárceles, penitenciarías, reformatorios y asilos, o que no mida el progreso según el atractivo pero engañoso estándar de un materialismo ostentoso —según las estadística de mercado, la cantidad de riqueza acumulada por una pequeña fracción de la comunidad, el aumento de la pobreza, el número y la popularidad de las iglesias y capillas, o incluso la cifra de escuelas, aulas o instituciones de beneficiencia.