Cada vez que reflexiono o soy
preguntado a propósito de los llamados santuarios de animales evocan en mi mente las imágenes de un campamento para refugiados. Si me fuera demandado describir mi idea sobre ellos, creo que sería a través de esta analogía cómo mejor podría condensarlo. Hablo de los santuarios en un plano de idealidad, desde cuya visión no encuentro motivo alguno que me justifique su rechazo. Por desgracia, no es inusual que en la
práctica se incumplan ciertos imperativos que, a mi modo de ver, deberían tenerse por ineludibles.
martes, 23 de junio de 2015
jueves, 4 de junio de 2015
Memoria y aprendizaje en insectos sociales
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