domingo, 28 de marzo de 2021

Veganismo y ciencia (y una advertencia)

 
La ciencia se basa en hechos: son su materia prima, y sin hechos observables o experimentables, el método científico no puede funcionar. Su método consiste en recopilar hechos, clasificarlos y deducir hipótesis que puedan luego ser confirmadas o rechazadas mediante pruebas experimentales. Si no hay hechos corroborados sobre los que trabajar, no puede haber ciencia. La ciencia no entra en el terreno de la moral o la ética de la actividad humana, y si bien puede decirnos qué hacer en términos prácticos, nada podrá decirnos nunca acerca de los principios morales o éticos. En particular, la ciencia no tiene nada que decir en cuanto a si es o no moralmente aceptable criar animales para sacrificarlos, comerse sus cadáveres o explotar sus funciones sexuales para obtener productos lácteos. La ciencia también guarda silencio en cuanto a cuestiones estéticas, por la misma ausencia de aquellos hechos confirmados con los que opera. Lo desagradable del matadero, la agonía del animal atrapado en una trampa, el hedor de la carnicería y la añoranza de la vaca lechera por su ternero perdido se escapan de la red científica. La ciencia no se ocupa de estas cosas ni pretende hacerlo. La ciencia nunca ha sugerido nada sobre lo que es bello u horrible, o sobre lo que está bien o está mal; es sólo un instrumento técnico que nos proporciona conocimiento y control sobre el entorno.
 
Sin embargo, tanto el vegetarianismo como el veganismo están íntimamente conectados con los principios morales y estéticos, buscando guiar a la humanidad en su desarrollo espiritual en la esfera de los valores. Tienen contacto con la ciencia sólo en un aspecto, en la cuestión de si las dietas son adecuadas en cuanto a todas esas calorías, vitaminas, proteínas, aminoácidos y minerales que la ciencia ha considerado imprescindibles. La ciencia ha confirmado la autosuficiencia de las dietas vegetarianas y veganas, así como el hecho de que los veganos prosperan con éxito y sin perder un ápice de su energía física. El veganismo no desafía en absoluto a la ciencia, por lo que no debería haber fricción alguna. Lo que el vegano descubre como bueno y bello está en armonía con la verdad científica. 
 
Bien podría ser ese el final de este artículo, pero es necesaria una advertencia para que el movimiento vegano evite los ridículos y contratiempos que ha sufrido el movimiento vegetariano. Hay personas dentro del movimiento vegetariano, y las habrá sin duda también en el movimiento vegano, que se oponen al pensamiento científico y buscan el confrontamiento con la ciencia, intentando desacreditarla y, en consecuencia, poniendo en evidencia a su propio movimiento en el camino. Por ejemplo, hay revistas, tanto nacionales como extranjeras, que apoyan nominalmente el vegetarianismo y el pensamiento progresista, ¡pero que al mismo tiempo abrazan la astrología y los horóscopos! Si tales artículos representaran sólo un desperdicio de papel, la cuestión no sería tan grave, pero, por desgracia, le hacen un daño inconmensurable a la causa, transmitiendo la impresión de que el vegetarianismo es también un culto necio carente de fundamento racional. El veganismo debe evitar este tipo de tonterías y trivialidades, o de lo contrario espantará para siempre al reformista de mentalidad intelectual. Y existen también otras aguas estancadas fuera de la corriente principal del progreso hacia las cuales el barco vegano puede desviarse con facilidad si se guía por la navegación anticientífica. En el mundo vegetariano son habituales la teorías dietéticas extravagantes, muchas de las cuales son el resultado de los dictados de autoproclamados expertos en nutrición con muy poco respeto por los hechos. El veganismo debe poner cuidado de no verse atrapado por alguno de estos cultos, ya que eso significaría el fin del veganismo como fuerza vital y progresista. Así, el conflicto con la ciencia, a través de la adopción de supercherías o teorías anticientíficas, debe evitarse en caso de que el veganismo logre los niveles de desarrollo alcanzados por el movimiento vegetariano. 
 
También habrá quienes deseen impregnar al veganismo de filosofías esotéricas. Todos mantenemos algún tipo de filosofía de vida, y en cualquier grupo organizado de personas que adopten una dieta basada en preceptos morales o estéticos habrá siempre una tendencia por cultivar alguna doctrina que se ajuste y justifique su práctica. Si bien es cierto que las personas pueden verse necesitadas de esa ayuda, no sería prudente que el movimiento vegano desarrollase este aspecto de su actividad. Este no es un siglo adecuado para convencer a las masas apelando a filosofías o dogmas religiosos. Mantengamos el veganismo como una práctica basada en la ética, la estética, la humanidad, la salud, la economía y la ciencia. Pongámonos de acuerdo en esto y en nada más. 
 
Por último, hay quienes intentan inventar nuevas teorías científicas para sí mismos y para el movimiento; una actitud muy loable, pero rara vez culminada con éxito, salvo por las gentes de mayor talento. Algunos veganos están utilizando el concepto de "vibraciones animales" para dar explicación a ciertas cosas. El científico tiene muy claro lo que significa una "vibración". Puede detectarla mediante un instrumento físico, medir su frecuencia, velocidad y amplitud. Pero las "vibraciones animales" le resultan una incógnita: tal cosa podría existir, pero aún no ha sido descubierta. Así que los veganos harían bien en evitar el término. Por otro lado, no existe aún certeza de que la leche provoque cáncer. Está muy bien recopilar evidencias al respecto, pero no sostener la teoría como un hecho. 
 
El mejor amigo del vegano es el químico. A un paso como estamos de la recuperación económica, este amigo nuestro confía en la posibilidad de inundar el mercado con plásticos sintéticos que permitan reemplazar el cuero, las pieles, las cerdas, la seda, los huesos y el marfil. Este es el camino, y mal cumplido sería para el científico que el vegano aceptara con gusto sus bienes al tiempo que adopta creencias anticientíficas, dogmas ingenuos o perspectivas supersticiosas. El veganismo tiene mucho que ganar con una actitud científica sincera y mucho que perder con un enfoque anticientífico. ¿Queremos que el veganismo se convierta en otro culto u otra secta vegetariana, o queremos que sea la principal fuerza impulsora de un movimiento progresista universal? Por el momento, el control del veganismo y la dirección de "The Vegan" están en buenas manos. Será necesario que siga estándolo a fin de que el veganismo sea un factor de influencia importante en nuestra vida nacional. 
 
W. S. James, 1948.
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Traducción: Igor Sanz

Texto original: Veganism and science - and a warning
 

1 comentario:

  1. Hola Igor, que buen artículo, claro u directo al punto. Aunque haya sido escrito hace más de 70 años años, está cargado de actualidad.
    Gracias por traducir y poner a disposición estos materiales.
    Saludos.

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