viernes, 22 de diciembre de 2017

¿Ganadería humanitaria? Echa un detenido vistazo


Cada nuevo ciclo de producción comienza con el descarte de los individuos "inapropiados".

Tanto en las granjas industriales como en las granjas de campo, las granjas orgánicas, las granjas familiares y las granjas de corral, se aplica la misma regla: tan pronto como un animal se considera "improductivo", es asesinado. Este proceso de selección comienza con cada nuevo lote de recién nacidos, y continúa a lo largo de la corta vida de cada nuevo rebaño. 


La producción de huevos comienza con la matanza masiva de gallos (polluelos macho). Dado que no pueden poner huevos, los gallos son inútiles para el productor y son asesinados poco después de la eclosión. Cada año, 200 millones de polluelos macho son asesinados en criaderos estadounidenses por asfixia o maceración (molidos vivos). La práctica totalidad de las gallinas utilizadas en todas las formas de producción de huevos, desde las "camperas", a gran escala, hasta las de corral, provienen de criaderos que matan a todos los polluelos macho. Los granjeros que incuban sus propios polluelos matan a los gallos en la granja. 

La producción láctea comienza con la matanza de los bebés macho. Debido a que los machos no producen leche, son inútiles para el productor y son apartados de sus afligidas madres poco después del parto. Los machos recién nacidos, junto con cualquier hembra "excedente", son asesinados en los primeros días de su vida, o son vendidos a los mataderos después de ser engordados, aislados de la madre, durante 4-6 meses. 

La producción de carne comienza con la matanza de los bebés "inapropiados". Los criaderos arrojan millones de polluelos "broiler", pavipollos y patitos "sobrantes" y "defectuosos" a los mismos contenedores de basura en los que están desechadas las cáscaras de huevo de las que salieron horas antes. Los criaderos de cerdos matan de ordinario a los lechones más pequeños de cada camada nueva con uno o dos días de vida, porque se considera que es poco probable que estas "tiradas" alcancen el "peso de mercado" antes de la fecha de sacrificio deseada. Los animales enfermos o heridos se matan en cualquier momento antes de llegar al matadero porque es más económico "sacrificarlos" que tratarlos.

El mismo cálculo de beneficios rige la vida de todos los animales explotados por su carne, su leche, sus huevos, su lana, su piel o sus plumas, en granjas pequeñas y grandes por igual. Si el animal no presenta una "relación de conversión de alimento" rentable (la capacidad de producir la cantidad esperada de carne, huevos, leche o lana con la menor inversión posible de alimentación), se descarta por el medio más económico posible. 

Ya sean criados en pequeñas granjas familiares o en granjas industriales, los animales domesticados son rutinariamente mutilados sin anestesia. A los pavos y las gallinas ponedoras les amputan sus sensibles picos con una cuchilla candente que atraviesa huesos, cartílagos y tejidos blandos, causando un dolor agudo y, a menudo, la muerte, y dejando para el resto de la vida de los desfigurados supervivientes un dolor similar a aquel que experimentan los humanos con las extremidades fantasmas. A los pavos también les son cortados los dedos de los pies. Al ganado se le cortan los cuernos y se le extirpan los testículos del escroto, y muchos se marcan con hierros candentes, lo que da como resultado quemaduras de tercer grado. 

Por lo general, a los cerdos les cortan los dientes a la altura de las encías, les seccionan sus colas y les hacen muescas en las orejas, y algunos son forzados a llevar anillos en sus sensibles narices para prevenir que hocen en la hierba y la tierra.

Para el agricultor, estas mutilaciones son rutinarias, pero para los individuos que se ven forzados a padecerlas, estos actos violentos no sólo son paralizantes a nivel físico, sino también traumáticos a nivel emocional, ya que el individuo no puede escapar de lo que él o ella experimenta como una amenaza para su vida. Lo que el productor describe como una práctica estándar y genérica (amputar, mutilar, castrar, marcar, raspar los dientes, etc.) es una experiencia individual impactante y traumática para cada una de estas víctimas indefensas.

Para el cerdo que es castrado después de escuchar los gritos agonizantes de sus hermanos torturados antes que él, para el ave que tiene su sensible pico abrasado por una cuchilla candente, para el ternero atado, quemado, castrado y descornado, el dolor, el sufrimiento y el terror no son rutina, no son estándar, y ciertamente no son genéricos: su horror es tan singular como el individuo que lo experimenta. Es el dolor de este cerdo, el sufrimiento de esta ave, el terror de este ternero. 

Todos los tipos y escalas de cría de animales, desde las granjas industriales hasta las operaciones de corral, implican horrendas violaciones provenientes de la brutal explotación de los sistemas reproductivos de los animales. La agricultura n podría existir sin unas crías y unos partos en constante curso. Inducir un embarazo seguro en cada hembra "reproductora" precisa hacer uso de la inseminación artificial. Con el fin de mantener ininterrumpida la producción de leche, todas las formas de producción láctea requieren que las vacas queden embarazadas y den a luz un ternero cada año. La fecundación forzada de las vacas implica pasar el catéter inseminador a través de los pliegues del cuello uterino de la vaca hasta su útero. El aparato de contención usual se llama "bastidor de violación". Las vacas "lecheras" se vuelven a inseminar 2 o 3 meses después del parto, cuando aún están lactando para el bebé que nunca se les permitió amamantar. Durante sus cortas y miserables vidas, están sujetas a ciclos anuales de violación, embarazo, parto y pérdida de hijo, antes de que sean consideras "gastadas" incapaces de producir suficiente leche para resultar lucrativasy sean enviadas a una muerte horrible. 

Los pavos domesticados han sido genéticamente manipulados para crecer y deformarse tanto que su reproducción debe hacerse por medio de inseminación artificial. Este procedimiento implica agarrar a la aterrada pava, sostenerla boca abajo, e insertar una jeringa hipodérmica en su vagina para administrar en el oviducto el esperma recogido a la fuerza. Será sometida a este abuso al menos una vez por semana, semana tras semana, hasta que se la considere "agotada" y sea cargada en un camión para que la asesinen.

Las cerdas utilizadas para la reproducción se vuelven a fecundar 3-8 semanas después de que se lleven a sus bebés para su engorde y matanza. Después de verse obligadas a soportar 3 o 4 años de embarazos forzados seguidos de separaciones traumáticas de sus familias, las madres también son enviadas a la misma muerte brutal que sus hijos. Las cabras y ovejas que se utilizan para la crianza soportan el mismo ciclo de embarazo forzado, parto y separación, antes de ser ellas mismas sacrificadas a una edad que apenas supone una fracción de sus vidas naturales.

Ya sean criados en granjas
grandes o en pequeñas granjas familiares, todos los animales domesticados convertidos en madres se enfrentan a la misma triste realidad: sus hijos pertenecen a otra persona. 

No importa cuánto quieran a sus bebés o cuánta desesperación luchen por protegerlos, no tienen ningún poder sobre el futuro que sus hijos tendrán que soportar.

Si los hijos están destinados para carne, serán arrebatados de sus madres mucho antes de que estén completamente destetados, y serán "terminados" (engordados para el sacrificio) en recintos separados, o enviados a cebaderos junto con otros jóvenes huérfanos, mientras que la madre será forzada al embarazo de nuevos hijos de los que se encariñará sólo para verse obligada a perderlos, una y otra vez.

Si la madre es una de los millones de aves cuyos huevos fertilizados se incuban en criaderos que crían pollos para carne o huevos, nunca podrá ver a ninguno de sus bebés. Cada uno de los 90 mil millones de huevos producidos al año en los EE. UU. proviene de una gallina a la que se le ha negado la libertad de criar a sus pequeños.

Si la madre se utiliza para la producción de leche, cada uno de sus bebés será separado de ella y verá negado el acceso a su leche. La separación es tan devastadora para la madre como lo es para el pequeño. Algunas madres vacas intentan luchar contra sus agresores, otras tratan de proteger a sus bebés con sus propios cuerpos, algunas salen corriendo desesperadas detrás de los camiones, algunas lloran de tristeza, otras se retiran en silente angustia. Algunas siguen confiadamente a sus guardianes sólo para llegar a un establo vacío. Todas ruegan por sus bebés en un lenguaje que no requiere traducción: gritan, lloran, gimen. Muchas continúan llamando a sus bebés durante varios días y noches. Algunas dejan de comer y beber. Buscan con febrilidad. Muchas se niegan a darse por vencidas y vuelven una y otra vez al vacío lugar. Algunas se marchitan bajo un dolor silencioso.

Sus hijas son criadas de forma aislada para reemplazar a sus propias madres en la línea de producción. Algunos de sus hijos son asesinados de inmediato. Muchos otros son masacrados para convertirse en "carne de ternera" entre 4 y 6 meses después de haber sido separados de sus madres. Cuando estos frágiles huérfanos son arrastrados por el suelo del matadero, aún siguen buscando a sus madres, desesperadamente necesitados aún de su cariño, en especial en ese momento oscuro en que están aterrorizados y necesitan más protección que nunca, en medio de terribles visiones y sonidos, y el olor a muerte a su alrededor, llegando muchos de ellos, en su desesperado deseo de una pizca de consuelo y protección, a intentar succionar los dedos de sus asesinos. 

Todas las granjas, ya sean a pequeña o a gran escala, descartan a las hembras utilizadas para la crianza, los huevos y la leche cuando sus cuerpos exhaustos ya no pueden producir una cantidad suficientemente rentable de huevos, leche o bebés. 

Las gallinas que se usan para la producción de huevos son asesinadas cuando su tasa de puestas disminuye, por lo común al cabo de dos años. A menudo, los cuerpos de las gallinas "gastadas" están tan devastados que nadie las compra, y se eliminan a través de los medios más baratos posibles son gaseadas, trituradas, decapitadas en sus propios corrales o sencillamente enviadas a un vertedero. Sus padres, aves cautivas empleadas para la producción de los huevos fertilizados requeridos por los criadores, se ven obligados a aparearse, o son inseminados de forma artificial, una y otra vez, hasta que sus cuerpos están demasiado dañados como para ser lucrativos y son enviados a una horrible muerte. 

Las vacas y cabras sometidas a ese interminable ciclo de violación, embarazo, parto y pérdida de hijo conocido como "producción láctea", son enviadas al matadero tan pronto como su producción de leche cae por debajo de la marca de beneficio y sus cuerpos agotados se consideran "gastados". La mayoría de estas jóvenes madres apenas han entrado en la edad adulta. Todas siguen lactando. Muchas están embarazadas. 

Las madres cerdas, vacas, ovejas y cabras obligadas a parir bebés destinados a ser sacrificados como "carne", son vendidas para matanza cuando, después de varios ciclos de fecundación, embarazo, parto y separación forzada de sus pequeños, los cuerpos producen camadas más pequeñas, bebés más pequeños, o pierden un ciclo de parto previsto. Todas son adultas jóvenes. 

Como resultado de la crianza selectiva, los animales de granja viven atrapados en unos cuerpos genéticamente manipulados cuyo deliberado mal funcionamiento está diseñado para aumentar las ganancias del productor, causando un dolor físico y psicológico indecible a los animales cuyos corazones fallan y cuyos huesos se rompen bajo un peso mórbido ganado a un ritmo más rápido de lo normal, y cuyos sistemas son destruidos por la sobreproducción forzada de bebés, huevos o leche. 

Aislados del mundo natural al que pertenecieron durante miles de años, los animales de granja se ven obligados a vivir sus cortas vidas en unos ambientes físicos y psicológicos de severa degradación, muy diferentes de los ecosistemas y culturas de los que derivan históricamente. Separados de las intrincadas estructuras sociales que gobernaban y guiaban sus comunidades de vida libre, y confinados, sin posibilidad de escapar, a un mundo humano donde no tienen lugar en el presente, sin vínculos con el pasado, y sin posibilidades de un futuro, los animales domesticados no tienen ningún poder sobre los aspectos más importantes de sus vidas.

Los humanos deciden dónde vivirán; si alguna vez conocerán a sus madres; si amamantarán a sus bebés y durante cuánto tiempo; si se les permitirá, y cuándo, ver o estar con sus familiares y amigos; cuándo y dónde se les permitirá, si es que se les permite, socializar con miembros de su propia especie; cuándo y cómo van a reproducirse; cuándo, cuánto y qué comerán; cuánto espacio tendrán, si es que tienen alguno; si tendrán permitido pasear y hasta qué punto; a qué mutilaciones estarán sometidos; qué cuidados veterinarios recibirán, si es que reciben alguno; y cuándo, dónde y cómo van a morir. 

Tanto si son asesinadas en su propio corral a manos de gente en la que confiaban como si son despedazadas en un matadero distante por cuyo suelo de exterminio van siendo arrastradas después de soportar la prolongada agonía de la subasta y el transporte, todas las jóvenes víctimas de nuestro apetito son violenta, innecesaria y fríamente asesinadas.

Ninguno de estos jóvenes quiere morir, ninguno de ellos merece morir, ninguno de ellos tiene que morir para que nosotros podamos vivir y prosperar. Y ninguno de ellos experimenta su brutal y prematura muerte como "humanitaria". Todos saben que van a sufrir, todos saben que van a morir, y todos están aterrorizados —algunos tiemblan de manera incontrolada, otros se quedan congelados de terror, otros pierden el control de sus entrañas y vomitan de miedo. Todos luchan con desesperación por escapar, todos piden una misericordia que nunca llega, todos se aferran a sus jóvenes vidas hasta el último aliento. Sin importar en qué tipo de instalación se críen, desde las granjas "de aficionados" a las operaciones industriales, los animales criados para su carne son asesinados a una edad muy temprana.

Los pollos "broiler" son decapitados a los 40-50 días de nacer, tan jóvenes que aún pían con voces de bebés. Los pavos son sacrificados al cabo de 2-4 meses, cuando apenas son adolescentes. Los cerdos y los corderos son brutalmente asesinados a los 6 meses de edad, cuando aún actúan, piensan y juegan como "cachorros". Las cabras más viejas asesinadas para carne son aún "crías", las más jóvenes son destetadas, "lactantes" de 4 a 12 semanas de edad. El ganado "vacuno" es asesinado a los 12-15 meses, a una edad en que, en la naturaleza, todavía se hallan profundamente conectados a sus madres.

En todo el mundo, 56 mil millones de animales terrestres son masacrados cada año por el apetito humano. 56 mil millones de jóvenes vidas reducidas a "carne" son desmembradas para el regocijo de una velada; vidas asadas, mordidas y enjuagadas que acaban entre las aguas residuales. Cada uno, una hija, un hijo, una hermana, un hermano, una madre, un amigo. Cada uno, un individuo con una mente, un corazón, un lenguaje, una memoria, y un significado para esa vida suya que él entiende bien. Cada uno, un ser que valora su vida tanto como tú y como yo.

Toda la agricultura animal, desde la practicada en un corral hasta la industrial, se basa en infligir un gran dolor físico y psicológico a sus víctimas antes de someterlas a una muerte violenta y prematura. Mutilaciones como el desplume, las apuntaciones, el descornado, el raspado de dientes, el recorte de colas, el anillado de nariz, el marcado, y la castración (todas ellas practicadas sin anestesia) son rutinarias en toda la agricultura "de campo". También lo es el confinamiento (aunque en jaulas más grandes). También lo es la negación de una vida natural. También lo es la violación en serie de las hembras utilizadas para la crianza o la producción de leche. También lo es la destrucción de las familias, la privación de la maternidad y la devastadora separación entre la madre y el hijo. También lo es la matanza masiva de bebés "desechados" (gallos, en la industria del huevo; terneros, cabritos y corderos macho en la industria láctea; bebés "excedentes" en la industria de la carne). También lo es la matanza masiva de las jóvenes hembras "gastadas" empleadas para la reproducción, los huevos o los productos lácteos cuando sus cuerpos agotados ya no pueden producir bebés, huevos o leche a un ritmo rentable. También lo es la manipulación genética que obliga a los cerdos, las gallinas y los pavos de granja a crecer de una manera mórbida y a una rapidez anormal, y que obliga a las gallinas a producir más de 250 huevos al año (en comparación con los 12 huevos que ponen las gallinas libres). Y, por supuesto, con independencia de cómo vivan sus cortas y cautivas vidas los animales de granja, todos terminan siendo brutalmente asesinados cuando apenas han cumplido una fracción de sus vidas naturales.

Si vivir de forma ética es importante para ti, recuerda que no hay nada humanitario en la cría "humanitaria" de animales, así como tampoco hay nada ético o defendible en el consumo de sus productos. Cuando nos enfrentamos con la inherente injusticia básica de toda la agricultura animal —un sistema que se basa en infligir un sufrimiento y unas muertes masivas, intencionadas e innecesarias a miles de millones de individuos sensibles— la única respuesta ética es esforzarse por ser vegano, no regular la explotación apoyando métodos para su "mejoramiento".

Joanna Lucas, 2012.
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Traducción: Igor Sanz


6 comentarios:

  1. Lo que no comprendo bien es que haya gallinas que siendo criadas libremente pongan un huevo por día, mas o menos, no doce por año.

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    1. Porque no es algo que dependa de las condiciones ambientales, sino que es resultado de la selección genética. Están genéticamente “programadas” para eso.

      Un saludo.

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  2. En español, el término "agricultura" se limita al cultivo de la tierra. No se aplica a la cría de animales. Por eso considero que lo correcto sería traducirlo como ganadería.

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    1. Gracias por el apunte, Luis.

      No eres el primero que me hace esta observación, y yo mismo dude muchísimo cuando traduje el texto. El problema que yo veo es que el concepto de “ganadería” no incluye la explotación de las aves, una parcela que también trata el artículo. Aquel que cría aves no es ganadero, sino avicultor. Observé además que la expresión “agricultura animal” no era del todo inusual, todo lo cual me hizo decantarme por esta traducción más literal (también me planteé poner “explotación animal” directamente, pero me parecía una licencia excesiva).

      En fin, lo cierto es que a pesar de todas mis elucubraciones la opción que tomé no logra convencerme del todo a mí tampoco, así que volveré a darle una vuelta al asunto.

      Un saludo.

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    2. El concepto de ganadería sí engloba la explotación de aves: https://es.wikipedia.org/wiki/Ganadería
      La ganadería hace referencia a toda forma de cría de animales para servir de alimento; excluyendo solamente a los animales acuáticos. En todo caso, la agricultura es el cultivo de la tierra, así que el término "agricultura animal" es lógicamente erróneo, aunque lo usen los angloparlantes.

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    3. Mi experiencia me sigue diciendo que la palabra “ganado” suele reservarse a los mamíferos. De hecho, el propio artículo de la wikipedia lo hace, y también los profesionales del sector, en cuyos círculos pude apreciar una marcada distinción entre la ganadería y la avicultura cuando investigué para la traducción. Pero bueno, no deseo prolongar más este tema. Elegí ceñirme a una traducción literal por temor a suscitar confusiones y se ve que he provocado justamente lo contrario, así que lo cambio y ya está. No hay problema.

      Una saludo, Luis, y gracias nuevamente.

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