Una dieta, un estilo de vida, amor por
toda criatura viviente... Estas son algunas de las descripciones más atribuidas. Todas erroneas, aun de escala muy misericorde comparadas con las más hirientes del imaginario opositor.
Para entender
el veganismo quizá sea conveniente empezar por un análisis de nuestra sociedad. Se
trata, por encima de todo, de una sociedad caracterizada por la
cosificación institucionalizada del resto de los animales. Para los
humanos, el resto de los animales son puros objetos.
Herramientas y recursos de los que poder echar mano sin
contemplaciones.
Da igual en qué ámbito nos situemos.
En cualquier lugar en que observemos una relación entre humanos
e individuos de otra especie nos encontraremos con idéntico
patrón. Los otros animales son vistos como fábricas de carne,
cuero, lana o plumas; o como máquinas expendedoras de huevos, leche, miel
o seda; o como herramientas de trabajo; o como objetos de entretenimiento en
zoológicos, circos y espectáculos diversos; o como instrumentos de
laboratorio; o como piezas clave de algún ecosistema... La lista es interminable.
Incluso las relaciones de mayor dilección están suscritas a las pautas mencionadas. Así, puede que las "mascotas" sean tratadas con cuidado
y cariño por quienes las poseen, pero lo cierto es que ese cariño y
ese cuidado no difiere en nada del que pueda alguien guardar hacia los objetos de su apego. La relación se establece bajo la misma
jerarquía de esclavo y dueño, propiedad y propietario. Aquí también, los nohumanos siguen siendo tratados como meros objetos (en este caso, "de compañía").
No por casualidad la frase "para eso
están" ocupa élite de recurrencias. ¿Quién ha determinado que estén
para eso? Pues nosotros (o alguna deidad, que dirán los místicos).
"Es algo que se ha hecho siempre", y punto. Tema zanjado.
Pero este tipo de situación no es exclusiva de los otros animales. La historia de la humanidad es una
historia de sometidos y sometidores. La esclavitud humana puede
parecer ahora una simple mancha negra en nuestro historial, pero lo
cierto es que su práctica ha sido la tónica dominante durante la
mayor parte de los siglos precedentes. Desde la antigua civilización
egipcia hasta la guerra civil Norteamérica, la esclavitud
de seres humanos ha sido un hecho de extendida práctica y aceptación, ya fuera por motivos de raza, etnia o cualesquiera otros
aspectos superficiales y arbitrarios. Y lo mismo ocurre con el
pasado de las mujeres, sometidas a una perpetua dominación por parte
de los hombres, si no tanto a nivel juridico, sí al menos a nivel socio-político.
La historia es siempre la misma. El fuerte ejerce su poder sobre el débil. "Para eso está" y
"siempre se ha hecho así". No importa cuán alto reclame
justicia el afectado. Mientras el fuerte no se cuestione el uso que
hace de su poder, la situación continúa inamovible. Por fortuna, ese
cuestionamiento ha surgido ya en muchos casos, de manera que hoy
entendemos que las barreras (a menudo ficticias) del sexo, la
raza o la etnia no son razón justificable para discriminar a alguien y
emplearlo como un mero objeto de valor instumental.
¿Y qué pasa con la especie? ¿No es
la especie una barrera igualmente arbitraria e irrelevante? Eso es lo que nos formula el veganismo. Cuestiona la supremacía que el
ser humano ejerce sobre el resto de los animales. Nos recuerda que los
nohumanos no son objetos, sino sujetos, individuos, personas también, en definitiva, con sus propios intereses, anhelos, deseos y
sentimientos. Seres no sólo portadores de una vida, sino interesados
en disfrutarla en plenitud. Bajo su voluntad, y no bajo la
voluntad de los demás.
El
veganismo no es, por tanto, ni una dieta ni un estilo de vida. El veganismo es
un principio moral
que nos dicta que el resto de animales no son nuestros medios,
sino fines
en sí mismos, dignos en todo momento de ser tratados como tales, sin vulnerar sus
derechos básicos y sin explotarlos de manera alguna.
Como todo principio ético, su respeto exige coherencia práctica, de manera que los veganos rechazan al uso todo
aquello que provenga de la explotación de los nohumanos, tanto en comida como en ropa, entretenimieno o cualesquiera planos potenciales, del mismo modo que un feminista no
comería mujeres, ni bebería la leche robada a éstas, ni se vestiría
con sus pieles, ni participaría en actos donde se las empleara contra
su voluntad.
Quizá
esta analogía sirva para entender lo que significa el veganismo y
comprender que su significado no guarda un catálogo de prácticas concretas, sino una serie de principios éticos
elementales que todos, como agentes morales que somos, estamos
obligados a cumplir.
El veganismo no es una cuestión de
amor, compasión o generosidad; es una cuestión de respeto, justicia
e igualdad.
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Artículos relacionados:
- La definición de veganismo.
- Veganismo definido (Leslie Cross - 1951).
- ¿Qué es el veganismo?
- El principio de igualdad.
Artículos relacionados:
- La definición de veganismo.
- Veganismo definido (Leslie Cross - 1951).
- ¿Qué es el veganismo?
- El principio de igualdad.
Muy buen post, muy cierto y muy bien redactado .. .Salu2!
ResponderEliminarLo veganos no somos una moda, ni una secta, ni somos raros, ni hemos nacido en "Las Vegas" ni seguimos una dieta. El veganismo es mucho más...
ResponderEliminarAsí es. Pero los veganos somos diferentes, lo diferente asusta, y lo que asusta se ataca. Siempre se repite la misma historia, sobre todo cuando se cuestionan paradigmas.
EliminarUn saludo.
Sera verdad eso que lei una vez que los hijos de los veganos en sus primeros años de vida sufren mucha anemia por falta de hierro en los alimentos que comen?
ResponderEliminarEn absoluto.
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