La opresión describe el acto de usar
el poder sobre otro para controlarlo o tratarlo injustamente. Los
seres humanos arrastran una larga historia de opresiones, ya sean los
oprimidos minusválidos, discapacitados, nativos americanos,
afroamericanos, mujeres, pobres, LGTBQ o judíos, por nombrar
algunos. Reconocemos la opresión porque reconocemos que las víctimas
experimentan sentimientos de tristeza, miedo o alegría, que son
conscientes de sus propias vidas y de las de los demás, que quieren
vivir y que sienten dolor. No diríamos que estamos oprimiendo a una
roca cuando nos sentamos sobre ella o la usamos para fabricar cemento
(aunque bien podríamos apoyar la idea de que estamos oprimiendo a la
Tierra y sus recursos).
Una opresión sistémica con la que muchos no están tan familiarizados, incluidos los terapeutas, se llama "especismo". El psicólogo Richard Ryder acuñó el término en 1970 para referirse a la prejuiciosa creencia de que los humanos son tan superiores, tan excepcionales en comparación con los animales, que podemos usarlos como nos plazca. Los humanos "olvidamos" que también somos animales. Al igual que nosotros, los gatos, los perros, las vacas y las gallinas sienten dolor. Los corderos, los patos, los cerdos..., todos ellos tienen conciencia y deseos de vivir. Al igual que en otras formas de opresión como el racismo o el sexismo, el trato que se da a un individuo está determinado por su pertenencia a un grupo particular. Katrina Fox escribe: «Del mismo modo que se asigna un menor valor a ciertas personas en función de su sexo, su género, su raza, su orientación sexual u otro de sus distintivos, se otorga a los animales una consideración y un valor moral aún menores por el hecho de pertenecer a una especies distinta de la humana».
Trazar una línea entre negros y blancos, judíos y no-judíos, LGBTQ y heterosexuales, responde al mismo proceso por el que se dibuja una línea entre animales humanos y animales nohumanos. El grupo dominante marca una línea arbitraria, privilegiándose a sí mismo y subordinando al otro. La idea de que algunas vidas importan menos que otras es la raíz de todas las injusticias.
Cuando las personas advierten que su comportamiento no es consistente con sus valores, tienden por lo general a adoptan una actitud defensiva. Ponerse a la defensiva es a menudo una parte integral de nuestra cultura especista. Una manera fácil de evaluar si algo es especista consiste en reemplazar la idea del animal nohumano por una palabra o concepto humano. Por ejemplo, la gente suele decir que el veganismo requiere un proceso. ¿Veríamos bien que los criminales dijesen que dejar de matar gente es un proceso? Otro ejemplo lo hallamos en la opinión que favorece el consumo de animales porque es algo que se ha hecho siempre. ¿Sería aceptable que alguien defendiera su derecho a matar gente apelando al hecho de que los seres humanos siempre se han matando entre sí? Hay quienes dicen que el veganismo es una elección personal. Es una elección tan personal como el asesinato.
El veganismo representa el compromiso de no usar nuestro poder sobre otros, incluidos aquellos que pertenecen a una especie distinta. Los veganos son objetores de conciencia respecto a participar en la violencia hacia los demás, sin excepciones ni reservas. Los terapeutas estamos en la primera línea de la comprensión y el trato de los mecanismos de defensa, y desempeñamos un papel fundamental en la salud social, ya sea a través nosotros mismos, de nuestros clientes o de nuestra cultura. Trabajar en dirección a un mundo vegano no es sólo un paso hacia la paz, sino también hacia la salud mental, alcanzando una integridad y una compasión más plenas, tomando decisiones conscientes y honrando la interconexión con toda vida.
Beth Levine, 03 de febrero de 2019.
Una opresión sistémica con la que muchos no están tan familiarizados, incluidos los terapeutas, se llama "especismo". El psicólogo Richard Ryder acuñó el término en 1970 para referirse a la prejuiciosa creencia de que los humanos son tan superiores, tan excepcionales en comparación con los animales, que podemos usarlos como nos plazca. Los humanos "olvidamos" que también somos animales. Al igual que nosotros, los gatos, los perros, las vacas y las gallinas sienten dolor. Los corderos, los patos, los cerdos..., todos ellos tienen conciencia y deseos de vivir. Al igual que en otras formas de opresión como el racismo o el sexismo, el trato que se da a un individuo está determinado por su pertenencia a un grupo particular. Katrina Fox escribe: «Del mismo modo que se asigna un menor valor a ciertas personas en función de su sexo, su género, su raza, su orientación sexual u otro de sus distintivos, se otorga a los animales una consideración y un valor moral aún menores por el hecho de pertenecer a una especies distinta de la humana».
Trazar una línea entre negros y blancos, judíos y no-judíos, LGBTQ y heterosexuales, responde al mismo proceso por el que se dibuja una línea entre animales humanos y animales nohumanos. El grupo dominante marca una línea arbitraria, privilegiándose a sí mismo y subordinando al otro. La idea de que algunas vidas importan menos que otras es la raíz de todas las injusticias.
Cuando las personas advierten que su comportamiento no es consistente con sus valores, tienden por lo general a adoptan una actitud defensiva. Ponerse a la defensiva es a menudo una parte integral de nuestra cultura especista. Una manera fácil de evaluar si algo es especista consiste en reemplazar la idea del animal nohumano por una palabra o concepto humano. Por ejemplo, la gente suele decir que el veganismo requiere un proceso. ¿Veríamos bien que los criminales dijesen que dejar de matar gente es un proceso? Otro ejemplo lo hallamos en la opinión que favorece el consumo de animales porque es algo que se ha hecho siempre. ¿Sería aceptable que alguien defendiera su derecho a matar gente apelando al hecho de que los seres humanos siempre se han matando entre sí? Hay quienes dicen que el veganismo es una elección personal. Es una elección tan personal como el asesinato.
El veganismo representa el compromiso de no usar nuestro poder sobre otros, incluidos aquellos que pertenecen a una especie distinta. Los veganos son objetores de conciencia respecto a participar en la violencia hacia los demás, sin excepciones ni reservas. Los terapeutas estamos en la primera línea de la comprensión y el trato de los mecanismos de defensa, y desempeñamos un papel fundamental en la salud social, ya sea a través nosotros mismos, de nuestros clientes o de nuestra cultura. Trabajar en dirección a un mundo vegano no es sólo un paso hacia la paz, sino también hacia la salud mental, alcanzando una integridad y una compasión más plenas, tomando decisiones conscientes y honrando la interconexión con toda vida.
Beth Levine, 03 de febrero de 2019.
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Traducción: Igor Sanz
No es comparable las injusticias sobre judios, homosexuales y la necesidad de comer carne avala por millones de médicos en el mundo. Un saludo.
ResponderEliminarAl contrario. Los estamentos médicos y dietéticos niegan que los productos de origen animal sean un elemento nutricionalmente necesario:
Eliminarhttp://lluvia-con-truenos.blogspot.com/2014/10/estudios-acreditativos-de-la-viabilidad.html
Un saludo.
El animalismo es una de las posturas más extendidas del marxismo cultural. Consiste en victimizar a los animales y en demonizar a los seres humanos. Defiende considerar a los animales como si fueran personas. Está estrechamente asociado con el veganismo. Prácticamente, todos los animalistas son veganos, y la mayoría de los veganos son animalistas. En eso mismo radica su poca extensión: ser vegano requiere un esfuerzo y un sacrificio, al que no están dispuestos la mayoría de los marxistas culturales, porque el marxismo cultural también es profundamente hedonista. No obstante, otras características del marxismo cultural sí quedan bien patentes en el animalismo: por ejemplo, cuando ataca a los consumidores de carne, se aprecia su tendencia a imponer puntos de vista, vulnerando la libertad individual. O cuando se opone a la experimentación animal, lo hace por la creencia de que los medios justifican el fin: el bienestar de un ratón de laboratorio resulta a los animalistas más importante que el progreso científico.
ResponderEliminarBuenas, Jesús.
EliminarDesde un plano biológico, persona es todo ser con persona-lidad. Y desde un plano ético y legal, lo es todo sujeto de derecho o de consideración moral. Así que, sí, los demás animales también son personas. No se trata de considerarlo; se trata de reconocerlo, tal y como se hizo en su día con los negros o las mujeres, con no menos reticencias que en la actualidad.
Los veganos no se oponen al progreso científico más de lo que se opone cualquiera que esté en contra de usar humanos en pruebas experimentales forzadas. Estar a favor de una ciencia sin víctimas no es estar en contra del progreso científico.
Los veganos rechazan la explotación de animales sea cual sea su fin. La postura no es un medio, sino un fin en sí mismo. Son los especistas quienes adoptan la falacia de que el fin justifica los medios cuando defienden el uso de animales en razón del fin del “progreso científico”, por ejemplo.
¿En qué manera se supone que imponen sus puntos de vista los “animalistas”? ¿En qué forma vulneran la libertad individual? Jamás he conocido a ningún vegano que lo sea por coacción. Explotar y matar animales sí que es imponerse a ellos y vulnerar su libertad. Defender esto no es defender la libertad, sino el libertinaje. La libertad no es compatible con las cadenas, las jaulas, las redes, las trampas y los mataderos.
Un saludo.
Hola, Igor. Ese usuario dejó el mismo comentario en mi blog. No parece que quiera dialogar, sino usarnos como medios para la exposición de su ignorancia y prejuicios.
EliminarUn saludo.