Aunque son muchas las personas de
occidente que han escuchado la frase "reverencia por la vida",
probablemente sean pocas las que comprendan toda la profundidad de su
significado e implicaciones, y aún menos sin duda quienes la
practiquen. No encierra sin embargo nada de enigmático. Comprender esta
idea puede ayudar mucho a simplificar y aclarar el modo y la actitud
de vivir, pensar y comportarse.
La frase "reverencia por
la vida" fue formulada por el Dr. Albert Schweitzer (teólogo,
filósofo, médico y misionero francés, 1875-1965) para describir su
fe por el valor de toda vida. La vida resulta una experiencia muy
valiosa para todos los que participan en ella; no existe una vida que
no tenga valor. Sin embargo, en algunas situaciones, podemos
enfrentarnos a la tesitura de elegir y sopesar el valor relativo de
dos formas de vida. Schweitzer dijo: "Para el hombre
verdaderamente ético, toda vida es sagrada, incluso aquella que
desde el punto de vista humano parece de una escala inferior. Sólo
hace distinciones bajo la fuerza de la necesidad, es decir, cuando se
encuentra en situación de tener que decidir cuál de entre dos vidas
debe sacrificar para preservar la otra. Pero a lo largo de esta serie
de decisiones... sabe que tiene la responsabilidad de la vida que se
sacrifica".
El Dr. Schweitzer nos confirma de este
modo que la reverencia por la vida no es una forma fanática de
absolutismo, sino una escala altamente ética con la que equilibrar
cualquier situación, una vara de medir nuestras actividades
cotidianas. Tales medios de medición se han dado de un modo
semejante en las principales enseñanzas religiosas y filosóficas de
todas las partes del mundo y de todos los tiempos. La más importante
y universal de todas ellas probablemente sea la Regla de Oro: debemos
actuar con los demás como querríamos que ellos actuasen con
nosotros.
Mucha gente —y
quien escribe se encuentra definitivamente entre ellos—
cree que, por norma general, se planta lo que se acaba cosechando, no
cabiendo esperar otra cosa que recoger aquello que se ha sembrado a
lo largo de la vida. En la filosofías orientales, a este fenómeno
natural se lo conoce como "ley del karma". Karma significa,
literalmente, acción, pero aquí su sentido es el de una ley natural
de acción y reacción, es decir, una ley según la cual cada acción
es seguida de una reacción correspondiente. No hablamos de un
sistema de "crimen y castigo" al modo en que la mente
humana podría concebir un método de justicia o de venganza. El
karma es antes bien un servicio automático del equilibrio cósmico
que favorece la oportunidad de que los individuos aprendan las
lecciones de la vida a fin de que avancen y progresen en dirección a
una perfección definitiva.
Su funcionamiento no es
difícil de entender. Si tenemos la radio sintonizada en un
determinado canal, sólo recibiremos las señales de la emisora que
transmita desde esa frecuencia. Si cambiamos de canal, entonces
recibiremos otra emisora y otra frecuencia diferente. Aquellas
personas que van por la vida con sus mentes sintonizadas en el odio,
la fricción, el conflicto y la discordia, serán víctimas
constantes de estos desagradables agentes a lo largo de su vida y de
lo que pueda haber después de ella —dejo
las especulaciones sobre el futuro tras la muerte en manos de la
teología o el agnosticismo del lector.
Estas
personas tienen la habilidad de atraer las más extrañas calamidades
por su propia actitud ante la vida. Ésta es para ellos un valle de
lágrimas, y por eso son unos llorones. Es una jungla, por lo que
actúan como la peor de las bestias. Y al hacerlo, incitan a las
personas de su alrededor a actuar de un modo semejante. Las palabras,
actitudes y ejemplos de todos aquellos influenciados o sintonizados
en ese patrón de acción y pensamiento acaban convirtiendo esa parte
del mundo en la que habitan en una jungla peor que cualquiera de las
diseñadas por la naturaleza.
Se lamentan entonces de que la vida
está regida por la "ley de la jungla" y de que no cabe en
la civilización más regla que esa. Matar o ser matado, robar o ser
robado, explotar o ser explotado. Éstas son para ellos las únicas
normas válidas para la desenvoltura en esta vida. Convierten el
mundo en un lugar miserable tanto para ellos mismos como para el
resto de aquellos caídos en la misma línea de razonamiento. Nunca
alcanzan a entender que es el fruto de su propia obra.
Sin embargo, también hay personas que
transitan por la vida de forma relativamente sosegada, ayudando a los
demás, sin espera de recompensas ni de aplausos, haciendo el bien
por un mero sentimiento de deber. Y quiero enfatizar que sólo éste
puede ser el motivo de las buenas acciones: hacer el bien por el bien
mismo y no por miedo o por la expectativa de alguna compensación.
La Regla de Oro no es un sistema de
trueque en el que se conceden favores a cambio de buenas obras o
aportaciones. Lo que hace es iluminarnos el camino, guiarnos en
dirección a una forma más elevada de conducta. Eso es suficiente.
El bien que se hace en aras de la ganancia propia pierde su
naturaleza en lo que concierne al hacedor: el bien hecho por el bien
mismo debería ser la norma, y no la excepción.
La persona que tiene una mente serena y
sosegada, una disposición tranquila y apacible, y una sonrisa
sincera para los demás, encontrará que los demás le devuelven la
sonrisa. Para alguien así, el mundo es una escuela que ofrece todo
tipo de grandes lecciones, una educación que acepta de buen grado,
con entusiasmo. Debemos reconocer varias ventajas en las buenas acciones:
● Ayudan a aquellos a quienes van
dirigidas.
● Ayudan a mejorar la visión del mundo de aquellos a quienes van dirigidas.
● Ayudan en general a hacer del mundo un lugar mejor para vivir.
● Ayudan a mejorar la visión del mundo de aquellos a quienes van dirigidas.
● Ayudan en general a hacer del mundo un lugar mejor para vivir.
● Ayudan a mejorar a quienes las
realizan, no como resultado de una ganancia prospectiva, sino por la
pura mejora del carácter.
Resulta fácil pues entender que la
práctica de la Regla de Oro contribuye a la armonía y la felicidad
de los demás y de uno mismo. Los servicios altruistas en la vida
ayudan a los situados en ambos extremos de la acción.
La Regla de Oro es auténtica. Nos da
una base firme sobre la que construir una estructura sólida para una
vida ética y un comportamiento moral. Barre de inmediato esa cínica
actitud de "¿Qué gano yo?", así como filosofías del
estilo de "haz lo que haga falta para lograr tu objetivo" y
comportamientos tramposos, engañosos y dañinos.
HABLEMOS DE VEGANISMO
Vegano es un término que se refiere a
las personas que han optado por una forma de vida guiada por la
ahimsa (no-violencia) y la reverencia por la vida. El veganismo se
sirve de una dieta completamente vegetal, variada y abundante. Es un
modo de vida que rechaza en lo posible el uso de productos animales
en alimentación, ropa, mercancías y cualesquiera otros ámbitos en
que haya crueldad hacia a los animales. Esto incluye el terreno de
las investigaciones, la medicina, el deporte, el entretenimiento...
Los veganos reconocen el valor de la
vida de todos los seres vivos y extienden sobre ellos la compasión,
la bondad y la justicia de la Regla de Oro. Los veganos ven a los
animales como entidades libres de la naturaleza, no como esclavos o
vasallos, ni como bienes muebles, piezas susceptibles de ser
compradas y vendidas.
Un animal tiene sentimientos, un animal
tiene sensibilidad, un animal tiene un lugar en la vida, y el vegano
respeta esa vida que se manifiesta en él. Los veganos no desean
hacer daño al animal más de lo que querrían que el animal les
hiciera daño a ellos. Es un buen ejemplo de cómo ha de ser aplicada
la Regla de Oro.
Los veganos viven de acuerdo con una
relación ética y equitativa entre los animales humanos y los
animales nohumanos. Reconocen que los alimentos de origen animal
—todos ellos— y el resto de productos animales implican
destrucción de vida. Esta crueldad y muerte viola las normas básicas
de la humanidad y la decencia común.
Las escandalosas condiciones de
esclavitud y sacrificio a que están sometidos los animales son
indignas para la conciencia de cualquier persona ecuánime que
observe con objetividad. Estas condiciones incluyen acortar sus
vidas, criarlos selectivamente para deformar sus rasgos naturales,
alimentarlos con dietas pensadas en su rentabilidad, mutilar sus
cuerpos de diversas formas, alterar deliberadamente sus equilibrios
hormonales, separar a las crías de sus padres, y sacrificar las
"vidas excedentes", como las de aquellos que son demasiado
viejos, están demasiado enfermos, o son del sexo equivocado según
parámetros de rendimiento lucrativo. Las deplorables condiciones de
las granjas industriales se van extendido a medida que aumenta la
codicia por ganar dinero a costa de los animales.
Los veganos no consumen carne, por
supuesto, dadas las terribles crueldades y condiciones anormales que
se dan en todas las etapas de la vida del animal esclavo, desde el
instante de su concepción hasta el momento de su sacrificio. No
necesitamos entrar en estos detalles aquí, ya que están bien
documentados en la literatura vegetariana y de otro tipo y se ven y
experimentan fácilmente en las granjas y los mataderos. Son multitud
los libros, vídeos y documentales que hacen descripción de ellos.
La carne no es un alimento milagroso y
se puede eliminar fácilmente de la dieta. Esto incluye todo
tipo de carne, así viviera su infortunada víctima sobre tierra
firme, en las ramas de los árboles o bajo el mar. Carne, pescado o
pollo —deshagámonos de todo el repugnante surtido de alimentos de
la muerte. Los peces y otros seres acuáticos, publicitados como una
opción más saludable, suelen ser la última carne en ser
abandonada. Son sin embargo eficaces almacenes de contaminantes y
residuos. Los peces por lo común suelen morir asfixiados lentamente
en el curso de sus capturas.
Los veganos se posicionan en contra de
todo ese sistema innoble y egoísta de esclavitud, cría selectiva,
enjaulamiento o encierro, castración, marcado, dopaje,
desintegración familiar, transporte y, por supuesto, matanza,
desenlace común de todo drama impío. Los veganos reconocen la
imposibilidad de separar la crueldad y la matanza del negocio de
criar animales u obtener sus productos (como la leche y los huevos)
de un modo rentable, especialmente en medio de esta sociedad moderna
y competitiva. Por ello, están decididos a arrancar de raíz todo el
árbol de la crueldad y el sufrimiento, no limitándose a cortar
algunas ramas.
El crimen contra el animal es el mismo
así se cometa con fines de alimentación, moda, medicina o
decoración. La practica totalidad de los animales empleados para
fines no-alimenticios son igualmente asesinados prematuramente en el
momento preciso en que sus vidas pasan a no resultar beneficiosas
para sus dueños o criadores. Para quienes crían animales, todo es
cuestión de dólares y centavos, libras y peniques, rupias y paisas.
Es un bien precioso tener en la
vida una conciencia tranquila, una manos limpias de sangre, una
mente ocupada en pensamientos castos y elevados, y un corazón puro
que lata al ritmo de la compasión. Para ello es necesario dar la
espalda al matadero y a toda la brutalidad que lo abastece. Mandemos
un mensaje a sus implicados: no apoyaremos más estas acciones.
Neguémonos a ser participes de aquello que es robado al reino
animal.
El vasto carnaval de crueldad
llamado explotación animal sigue y sigue sin cesar —de forma
completamente innecesaria, a menudo incluso contraproducente. Existe
ya una alternativa no-animal para la práctica totalidad de aquello
que se obtiene del sufrimiento y la matanza de animales, igual de
buena o incluso superior. A medida que aumenta la demanda de
productos veganos, se acelera la producción de alternativas libres
de la angustia y de la sangre.
Muchas son las personas que se han
hecho veganas de la noche a la mañana. Cuando se abren los ojos a
los horrores de la producción animal... es difícil ya volver a
cerrarlos.
Hom Jay Dinshah, 1965.
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Hom Jay Dinshah (2 de noviembre de 1933
– 8 de junio de 2000)
Hom Jay Dinshah nació en Malaga, Nueva Jersey, hijo de un padre de ascendencia parsi y una madre de origen alemán. Vegetariano desde su nacimiento, se hizo vegano en 1957, después de que él y su hermano pequeño Noshervan visitaran un matadero de Filadelfia que los condujo al compromiso de "trabajar cada día por el cierre de todos los mataderos". A principios de 1960 fundó la Sociedad Vegana Americana, poco antes de contraer matrimonio con la inglesa Freya Smith, cuyos padres habían sido miembros activos de la Sociedad Vegana de Londres. El matrimonio tuvo dos hijos, Daniel Dinshah y la escritora y atleta Anne Dinshah. A lo largo de su vida, Dinshah se dedicó a dar charlas en las que defendía el veganismo como parte fundamental de la "no-violencia activa", llegando a impartir conferencias en 19 países diferentes de los cinco continentes. Falleció en el año 2000 a causa de un ataque al corazón. (Algunos de los escritos de Dinshah —junto con muchas otras firmas— pueden leerse en Powerful Vegan Messages, un libro con aroma biográfico publicado por su hija Anne en el año 2014.)
Hom Jay Dinshah nació en Malaga, Nueva Jersey, hijo de un padre de ascendencia parsi y una madre de origen alemán. Vegetariano desde su nacimiento, se hizo vegano en 1957, después de que él y su hermano pequeño Noshervan visitaran un matadero de Filadelfia que los condujo al compromiso de "trabajar cada día por el cierre de todos los mataderos". A principios de 1960 fundó la Sociedad Vegana Americana, poco antes de contraer matrimonio con la inglesa Freya Smith, cuyos padres habían sido miembros activos de la Sociedad Vegana de Londres. El matrimonio tuvo dos hijos, Daniel Dinshah y la escritora y atleta Anne Dinshah. A lo largo de su vida, Dinshah se dedicó a dar charlas en las que defendía el veganismo como parte fundamental de la "no-violencia activa", llegando a impartir conferencias en 19 países diferentes de los cinco continentes. Falleció en el año 2000 a causa de un ataque al corazón. (Algunos de los escritos de Dinshah —junto con muchas otras firmas— pueden leerse en Powerful Vegan Messages, un libro con aroma biográfico publicado por su hija Anne en el año 2014.)
«Jay fue siempre un
adelantado a su tiempo. El escenario que encontró fue un gran lienzo
en blanco, y en él, pintó un mundo vegano con el que todos
pudiésemos soñar.»
~ Tom Regan ~
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Traducción: Igor Sanz
Texto original: Powerful Vegan Messages
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