No son infrecuentes las personas no-veganas que encuentran en su posible adopción del veganismo un cambio esteril frente a la basta dimensión del antropocentrismo. Es una preocupación real, una manifestación honesta de
las raíces de su desmotivación. Se trata no obstante de una
perspectiva equivocada, y en las siguientes líneas
esbozaré algunas razones del porqué.
En primer lugar, es completamente
incierto que una única persona vegana no suponga ningún cambio
material, y lo es incluso a la luz del más superficial de los
análisis. Un nuevo vegano representa una persona menos demandando
explotación animal, y una persona menos demandando explotación
animal supone por defecto menos cantidad de explotación, esto es,
menos individuos explotados.
No se explota al mismo número de
animales para siete personas que para siete mil millones. Los ratios
intermedios son más difusos, pero eso no los hace menos reales.
Nadie podrá negar que si los veganos dejaran de serlo entonces la
explotación animal aumentaría, de manera que nadie puede negar tampoco que los veganos están oponiendo un freno auténtico a su desarrollo. La fuerza de todos
los veganos es la fuerza de cada vegano, de igual forma
que toda la esclavitud animal es el resultado de cada demanda
particular. El todo es aquí la suma de las partes, y cada uno somos
responsables de la nuestra. Se trata de una ecuación tan sencilla
como irrefutable. Sencilla, pero no banal.
Cierto es que a simple vista ese
"pequeño" cambio puede pasar inadvertido; pero que un efecto sea inapreciable no disuelve su existencia. Hablamos quizá de
lo que en forma análoga sería extraer un grano de arena de toda la vastedad de algún desierto; pero cuando los "granos" representan seres sintientes
(personas) la diferencia cobra una relevancia superlativa. Podría
servirme aquí del dato que apunta a que cada vegano evita la
explotación y la muerte de unos 95 animales de media anual, pero a
mí esa clase de datos me resultan fríos y superficiales. Como
dijera Albert Camus: «Cien
millones de cadáveres, sembrados a través de la historia, no son
más que humo en la imaginación».
Aunque hablásemos de un único animal sin explotar, el resultado ya
debería sernos suficiente. Imaginemos siendo ese individuo —o
adoptemos en él la imagen de algún ser querido—
y preguntémonos entonces si el esfuerzo vale o no la pena.
En segundo lugar, cada nuevo vegano es
un activista en potencia. Cada nuevo vegano está mostrando al mundo
—aunque sólo sea a
través de su propia actitud, a través de su propio ejemplo
cotidiano— que existe
una alternativa fácil y viable a la violencia ejercida a diario contra el resto de los animales.
Cada vegano está al menos informando
al mundo de que existe el veganismo, de que existe la opción de
decir "no" a la explotación animal; y eso, en el estado actual
de la cosas, representa un adelanto enorme. Puede que esto no surta
efectos masivos e inmediatos; puede que muchos opten por
ignorarnos; e incluso puede que
no falten tampoco quienes traten de hacernos la vida imposible por nuestra decisión. Pero habrá de seguro muchos otros en quienes nuestra actitud
y condición tendrán un calado positivo. De hecho, hay datos
que apuntan a que el ejemplo personal representa la herramienta de
persuasión más poderosa.
Los estudios psicológicos
señalan que entre un 20 y un 30 por ciento de la población está
integrada por personas inclinadas a sentir
una aversión innata hacia lo abyecto. Es un
porcentaje suficientemente alto como para dar por cierto que al cabo
de nuestra vida nos toparemos con gente de esta índole en muy
diversas ocasiones; personas sobre quienes nuestro veganismo —y las
razones que tenemos para seguirlo— no pasarán desapercibidas, a menudo sin nuestra advertencia.
Un nuevo
vegano es, por tanto, una fuente potencial de nuevos veganos, y estos
nuevos veganos son, a su vez, precursores potenciales de otros nuevos. El pequeño cambio que mencionaba antes repetido infinidad
de veces. Pasamos del mero grano de arena al puñado, y subiendo.
Además, esta clase de crecimientos no son lineales, sino
exponenciales, en consonancia con el modelo de autocatálisis
sociológico introducido y desarrollado por hombres como E. O. Wilson y
Niklas Luhmann. Si cada vegano consiguiera
concienciar a una persona al año, por ejemplo, el proceso no
respondería a un patrón de crecimiento de 1+1+1..., sino de
1+2+4... Es el efecto "bola de nieve".
Por otro lado, cabe recordar que un aumento en la demanda de productos veganos incentiva la oferta de
estos productos, y que una mayor oferta de productos y servicios
veganos aumenta a su vez la predisposición al veganismo. Cuantos más veganos
hay, más fácil y accesible se convierte la práctica del veganismo;
y cuanto más fácil y accesible se vuelve la práctica del veganismo, más
abierta se torna la gente a su atención.
Lo comentado hasta
ahora responde a un puro análisis pragmático. Es algo que debe
tenerse en consideración, y como espero haber podido demostrar, un único
vegano supone una importancia efectiva mucho más
relevante de lo que se cree a simple vista. Ahora bien, el otro
aspecto a tener en cuenta —el
más importante de todos—
es el ético. Tanto si nuestro veganismo implica algún cambio
en el problema de los nohumanos como si no, supondrá al menos que
nosotros sí estaremos conduciéndonos por la senda de lo justo. Ésta, por sí sola,
debería ser una motivación más que sobrada.
La trascendencia de lo que acabo de decir
quizá se aprecie con mayor claridad si mostramos la situación bajo el foco de
otras causas y protagonistas. Imaginemos de viaje en algún
país como Nigeria, por ejemplo, y que una vez allí nos invitasen a participar en la lapidación de una mujer condenada por "delito" de adulterio. Pues bien, ¿accederíamos por el hecho de saber que nuestro rechazo no cambiará
el destino de la pobre desdichada? O figurémonemos de visita en
Yemen o Somalia y que alguien nos animase a concursar en la ablación
del clítoris de algunas niñas. ¿Aceptaríamos la invitación
bajo la premisa de que no hacerlo no alterará las leyes y
tradiciones del país?
Es única y exclusivamente nuestra
conciencia moral la que nos impediría participar en aberraciones de este corte, no los datos estadístico o los efectos estratégicos. ¿Por qué habría de ser diferente la situación con los
nohumanos? La única diferencia que guarda el problema del especismo
en relación con estos casos análogos es su familiaridad y cercanía,
pero la familiaridad y la cercanía en todo caso deberían sernos un
aliciente mayor para la determinación, pues sugieren que no somos simples concurretes invitados, sino una parte muy activa del problema.
Como he dicho al principio, sé que hay
muchos de entre quienes formulan el planteamiento con que arranca el texto que lo hacen con absoluta honestidad, y es a ellos
a quienes han ido dirigidas estas líneas. Si os preocupan de verdad los
animales nohumanos, por favor, dejad de ser participes de su abuso cotidiano. Que el mundo sea un infierno
para algunos no justifica que avivemos más sus llamas.
- La importancia del veganismo.
- El cambio de paradigma requiere claridad acerca de la base moral: el veganismo.
- ¿Cambiar el mundo?
_______________________
EL LANZADOR DE ESTRELLAS
EL LANZADOR DE ESTRELLAS
Cierto día, caminando por la playa, reparé en un chico que se agachaba a cada momento, recogía algo de la arena y lo lanzaba al mar. Hacía lo mismo una y otra vez.
Tan pronto como me aproximé, me di cuenta de que lo que el chico cogía eran estrellas de mar que las olas depositaban en la arena, y una a una las arrojaba de nuevo al agua. Intrigado, le pregunté sobre lo que estaba haciendo, a lo cual el chico respondió:
—Estoy lanzando las estrellas marinas nuevamente al océano. Como ves, la marea está baja y se han quedado en la orilla. Si no las arrojo de nuevo al mar, morirán aquí.
—Entiendo —le dije— pero debe de haber miles de estrellas de mar sobre la playa. No puedes lanzarlas todas, son demasiadas. Y quizás no te des cuenta de que esto sucede probablemente en cientos de playas a lo largo de la costa… ¿No te parece que esto no tiene sentido?
El chico sonrió, se inclinó, cogió una estrella y, mientras la lanzaba de vuelta al mar, me respondió:
—¡Para ésta sí lo tuvo!
Loren Eiseley, 1978
________________________________________
Artículos relacionados:
- El cambio de paradigma requiere claridad acerca de la base moral: el veganismo.
- ¿Cambiar el mundo?
La exposición del tema me parece muy acertada. Yo no he tomado la decisión de evitar la expltación animal en mi vida por imitar la conducta de nadie, no he basado mi decisión en´números o estudios, ni he pensado en si mi acción supondrá un cambio significativo en el montante de la medición de dicho supuesto cambio. He tomado la decisión sólamente por ética, por ser coherente con lo qe pienso, con lo que siento y en consecuencia, con lo que hago. Y no creo que sea para nada difícil encontrar productos libres de explotación animal. Todo lo que necesito lo encuentoro en la frutería, en la granería, en el comercio de toda la vida. Otra cosa es querer seguir sintiendo los sabores que proporciona la carne animal en productos vegetales. Si realmente quiero ser coherente con la filosofía vegana, prescindiré de cualquier cosa, incluso el sabor en la boca, que me recuerde la explotación animal. Yo abogo por alimentarme, vestirme y calzarme sin necesidad de inmitaciones burdas a la carne o al cuero, aunque comprendo que se haga no lo secundo.
ResponderEliminarHola Begoña, me congratula que la gente tome decisiones solamente por una cuestión de ética, por un tema de conciencia personal. Lamentablemente es algo muy minusvalorado en la sociedad occidental actual.
EliminarPero por otra parte no estoy de acuerdo en de la filosofía vegana se conlleve prescindir de todo aquello que me recuerde la explotación animal. El veganismo simplemente conlleva prescindir de aquello que implique explotación animal, en la medida que nos sea posible. Entre otras cosas, los recuerdos son subjetivos y a veces incluso incontrolables. Te pongo un par de ejemplos.El otro día hicimos unos calabacines en vinagre. Al comerlos me recordaron mucho a los boquerones o anchoas en vinagre... ¿debía en ese momento dejar de comerlos? Otro ejemplo. Solamente tengo un par de cinturones, por supuesto no son de cuero, ni me los compré pensando en que parecieran de cuero, simplemente me gustan, pero vaya, resulta que si los miro parecen de cuero, me recuerdan al cuero. ¿Tengo que optar por otro diseño que me guste menos para ser coherente? No me parece que sea así.
Ojo, entiendo tu postura personal y me parece lícita, pero insisto, no creo que se pueda decir que es más o menos coherente con el veganismo. Personalmente me parece que hacer campañas o criticar que la gente consuma "imitaciones" no favorece en nada el que haya cada vez más veganos, no da el mensaje de que ser vegano es fácil, más bien todo lo contrario.
Un saludo