Es imposible separar el veganismo del
curso natural de la evolución humana. Parece ajustarse bien a esa
idea según la cual todos estamos guiados por el patrón divino de la
mente universal, proyectados hacia ese arquetipo que, como dice el
profesor Jung, no puede explicarse sobre bases puramente empíricas.
El perfeccionamiento
del ser humano ha de pasar necesariamente por una inocencia completa
a fin de poder expresar la divinidad desplegada en las profundidades
ocultas de su ser.
El veganismo, por su expresión
pura y compasiva, puede redimir a la humanidad del oscuro abismo en
que se encuentra sumergido. Mas no hemos de caer en el error de
sentirnos superiores a los demás por seguir este camino, pues así
como la inmadura bellota encierra de forma misteriosa y latente todo
el potencial de florecimiento del roble, así también cada alma
humana encierra el potencial de la perfección, por muy limitada que
sea su expresión en el presente.
Puede que ello no le resulte siempre
evidente a nuestra acotada vista, pero del mismo modo que una cámara
de vídeo acelerada nos permite ver el despliegue de una flor,
también aquel otro despliegue continúo nos sería accesible si
pudiéramos trascender nuestra estrecha experiencia temporal.
Juzgado en términos puramente
materiales, no podemos decir que el veganismo suponga un modo de vida
libre de complicaciones. Aquello de "toma tu cruz y sígueme"1
se aplica sobre cualquiera que sienta la
conciencia de Cristo removiéndose en su alma. De ello nace la
compasión, aunar la vida en todas sus manifestaciones, tomar la vida
como un todo. Caemos entonces en el pecado de intentar ser
diferentes, de revelarnos por fin como individuos, rompiendo con el
influjo entumecedor del pensamiento de las masas, motivo de tanto
dolor y sufrimiento en el mundo.
Comienza entonces nuestro Getsemaní
particular, pues la historia de Galilea es la historia de la
evolución humana. Experimentamos nuestra propia crucifixión y
resurrección personal. Aquellos a quienes amamos puede que dedican
no seguir nuestro camino. Es algo inevitable, pues el águila siempre
vuela sola2. El vegano ha llegado al punto de saber lo que
ha de hacer, pues ha escuchado la voz de su intuición, y no responde
ya a ningún otro mandato. Sus deseos y anhelos ya no cuentan. El
mundo es ahora para él un lugar lleno de angustia, un lugar donde
los débiles son explotados y oprimidos. Criaturas que habrían de
vivir libres y en expresión de su inocencia, las advierte
confinadas, torturas y sacrificadas en honor del despiadado Midas del
Materialismo. La piedad no tiene cabida en un mundo reducido a la más
furiosa mercantilización.
Pero esto no refleja el cuadro
completo, pues por muy horribles que sean las atrocidades que afligen
al alma sensible, su propia magnitud está logrando despertar a la
gente de su terrible letargo. El Buda dijo que la inacción en una
obra de misericordia viene a ser acción en un pecado mortal3.
Esa parece ser la gran enfermedad de nuestro mundo. Somos muchos
quienes, por nuestra pena y desesperanza,
sufrimos la propensión de sentir ira e intolerancia hacia esas miles
de personas tibias que caminan, cual robots, exhalando por todos sus
poros un egocéntrico desinterés por el dolor ajeno. Sin embargo,
mucho mejor que comprometer nuestra propia causa con una actitud
beligerante es ganarse a esas gentes con la amable luz de la verdad.
No resistir al mal4 es un
tópico que nunca deja de dar buenos resultados. Grandes almas como
Mahatma Ghandi son ejemplo de ello.
Habiendo ya abordado los obstáculos
que encuentran en su camino los pioneros veganos, detengámonos ahora
en su elemento más gratificante. Hablo de esa satisfacción
auténtica que nace de la comunión entre personas entregadas a un
bien universal. Pienso que el altruismo es la mejor receta para la
verdadera felicidad y naturalidad del ser.
El alimento vivo y puro de que se
nutre el vegano, con su energía intacta extraída directamente del
sol, la fuente de toda vida y belleza5, lo hace más
sensible al flujo y reflujo de la vida, permitiéndole vivir de forma
más plena y creativa, tal y como estaba destinado a hacer. Los hay
quienes piensan que los veganos son demasiado sensibles, mas basta con
mirar la crueldad y la barbarie de que estamos rodeados para
comprobar de qué es capaz la insensibilidad. Bienvenidas sean pues
la conciencia y la sensibilidad. Seguramente sean el mayor regalo de
la vida, pues no implican otra cosa que abrir los ojos del espíritu.
Un poeta dijo una vez que deberíamos
ser como un laúd en cuyas cuerdas todos los vientos pudieran tañer6.
Sin tener conciencia de la oscuridad, ¿cómo podríamos llegar a
comprender la luz?7 Cuando nos vemos inundados por la
angustia, donde los fuertes se aprovechan de los débiles y la
santidad de la vida no tiene ya cabida en un mundo al borde de la
aniquilación, sabemos que ha llegado el momento de poner fin a esa
hambruna espiritual y librarnos del instinto gregarista. Avancemos
sin temor hacia el futuro, abriéndonos camino entre los escombros de
unas ideas obsoletas, punta de lanza hacia el amanecer de una nueva
era en la que toda vida sea reconocida como una y se haga buena la
fórmula evolutiva de la conciencia.
Entonces el Hombre y las hermosas
criaturas de la Tierra, sus hermanos menores, vivirán en armonía,
que es la esencia del amor8.
Hete ahí el sentido
del veganismo, una gran panacea para la mayoría de los problemas de
la vida. Se verá entonces cumplida la promesa: "He aquí, yo
hago nuevas todas las cosas"9.
Dorothy Thomson, 1961.
NOTAS DEL TRADUCTOR
1 – Mateo 16:24; Marcos 8:34; Lucas 9:23.
2 – Cita de Friedrich Rückert: «El águila vuela sola; el cuervo en bandadas. El necio tiene necesidad de compañía y el sabio de soledad.»
3 – Helena Blavatsky, 1889. La voz del silencio. Fragmentos II.
NOTAS DEL TRADUCTOR
1 – Mateo 16:24; Marcos 8:34; Lucas 9:23.
2 – Cita de Friedrich Rückert: «El águila vuela sola; el cuervo en bandadas. El necio tiene necesidad de compañía y el sabio de soledad.»
3 – Helena Blavatsky, 1889. La voz del silencio. Fragmentos II.
4
– Mateo
5:39.
5 – Podría tratarse de una referencia a Moisés, príncipe de Egipto (Howard Fast, 1958): «...la casa de Atonmoisés era representativa de todo lo mejor de Egipto, el culto puro de Atón, no como dios del sol sino como fuente de toda vida y belleza.»
6 – Oscar Wilde: «Con cada pasión a la deriva hasta que mi alma sea un laúd en cuyas cuerdas todos los vientos tañen...»
7 – Paráfrasis de Carl Gustav Jung.
8 – Cita de Ernest Renan: «Todas sus disonancias se funden, a cierta altura, en una suprema armonía, que es la esencia del amor».
9 – Apocalipsis 21:5.
5 – Podría tratarse de una referencia a Moisés, príncipe de Egipto (Howard Fast, 1958): «...la casa de Atonmoisés era representativa de todo lo mejor de Egipto, el culto puro de Atón, no como dios del sol sino como fuente de toda vida y belleza.»
6 – Oscar Wilde: «Con cada pasión a la deriva hasta que mi alma sea un laúd en cuyas cuerdas todos los vientos tañen...»
7 – Paráfrasis de Carl Gustav Jung.
8 – Cita de Ernest Renan: «Todas sus disonancias se funden, a cierta altura, en una suprema armonía, que es la esencia del amor».
9 – Apocalipsis 21:5.
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Texto original: Veganism and Evolution
Traducción: Igor Sanz
Texto original: Veganism and Evolution
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMil gracias, María Luisa.
EliminarEs fácil caer en la duda de si el tiempo y el esfuerzo dedicados merecen la pena en estos tiempos de decaída afición por la lectura. Comentarios como el tuyo son un aliento a menudo imprescindible.
Un saludo.