martes, 28 de noviembre de 2023

Cruzada contra toda crueldad con los animales

 
Los humanistas que entran en contacto con la Cruzada por primera vez nos suelen preguntar: "¿Cómo se complementa vuestro trabajo con el de otras asociaciones de bienestar animal?". Puede que la respuesta a esta pregunta resulte de interés también para los lectores de The Vegan que no hayan tenido aún una experiencia personal con nosotros. Y esa respuesta es que no buscamos "complementar" las actuales corrientes de bienestar animal, sino reorientarlas por completo.
 
Se necesita con urgencia un enfoque más consistente en torno al problema de la explotación de los animales, y esa consistencia sólo podrá ser alcanzada mediante una reevaluación completa de cuál ha de ser la relación del hombre con los animales. Son muchos los grandes pensadores de la historia que han expresado su aversión hacia el abuso del hombre sobre el reino animal y han señalado las consecuencias degradantes y desensibilizadoras que éste tiene sobre la naturaleza del hombre mismo.
 
Puede que la ausencia total de explotación de criaturas sea un ideal muy elevado, y puede que su entera aplicación práctica se antoje muy lejana, pero ese es el objetivo que la Cruzada se ha propuesto perseguir. La explotación, gratuita y egoísta, debe ceder su lugar a la salvaguardia, y mientras el hombre continúe sin aceptar sus responsabilidades para con el resto de la creación animal, su propia evolución se verá procrastinada.
 
La crueldad es inmoral en cualquiera de sus formas, y sólo la ceguera y la codicia puedan hacer que un hombre apruebe alguna de ellas al mismo tiempo que condena otras. Por desgracia, las fórmulas propagandísticas actuales mantienen al público hipnotizado en la creencia de que la crueldad no existe, y esa ignorancia es el principal obstáculo contra el avance hacia ese idealizado fin de la explotación. Como humanistas, debemos ser firmes y directos en nuestro esfuerzo por hacer brillar la luz de la verdad, y como ya sabrán los lectores de The Vegan, la Cruzada lo está intentando a través de sus desafiantes proyecciones cinematográficas.
 
Son ya muchas las proyecciones que se han llevado a cabo con gran éxito en todo el país, e incluso en Ginebra, por invitación de la Coalición Mundial Contra la Vivisección. De particular satisfacciones para nosotros fue el apoyo que recibimos de la Sociedad Vegana en la proyección celebrada en Kensington el pasado 30 de septiembre [de 1958], presidida por Lord Dowding y con la asistencia de 500 personas.
 
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Consideremos en definitiva la gran contribución que este joven, inmensamente activo y franco movimiento nuestro puede ofrecerle al convulso mundo actual. No es ni un entretenimiento recreativo ni un pasatiempo sentimental. Lo que ofrece es el desafío de una forma de vida nueva y abundante, una forma de vida que, aceptada en su totalidad, será fundamental para suprimir buena parte de esa crueldad que hoy tanto deploramos.
 
La economía mundial está en buena medida apoyada en la explotación despiadada de los animales, pero el público general no es consciente de ello porque las industrias implicadas ocultan con esmero los desagradables secretos de su negocio mediante una inteligente propaganda y una hábil publicidad.
 
Nosotros, los miembros de la Cruzada, estamos decididos a romper ese velo de ignorancia a través de nuestras intrépidas campañas educativas. Estamos revelando a un público cada vez más amplio que la caza de ballenas deja de ser una gesta de coraje y resistencia cuando se observa a la luz de los espantosos sufrimientos de unas criaturas cazadas por su aceite; que un abrigo de pieles pierde todo su oneroso atractivo cuando la imaginación de los corazones compasivos alcanza los gritos de los animales capturados; que los circos son un engaño y una trampa para esas miserables criaturas forzadas a actuar en ellos; que la excitación que suscita la caza de un animal es el legado de una primitiva sed de sangre que bien haríamos en superar; que los animales domésticos —terneros, gallinas, cerdos y conejos—, instrumentalizamos hoy de forma intensiva, siguen siendo criaturas vivientes con un instinto natural por disfrutar del aire libre y vivir en libertad; que las innumerables criaturas que sufren y mueren en los laboratorios de experimentación de todo el mundo acusan en silencio el supremo egoísmo de unos hombres que proclaman que cualquier sufrimiento ajeno es preferible a un cambio de vida, aun cuando bien podría éste eliminar algunos de sus propios males.
 
La Cruzada desafía al público a que deje de ser partícipe de esta explotación al por mayor de las criaturas vivientes invitándolo a adoptar una nueva y mejor forma de vivir —una forma de vivir compasiva y acorde con la no-violencia—. Porque nadie que se diga amante de los animales tiene derecho a señalar con el dedo a los responsables o empleados de estas formas de explotación sin haber tratado de descubrir primero si su propia forma de vida está apoyando directa o indirectamente a la industrias implicadas.
 
Lleva tiempo hacerlo; y no es fácil. Sin embargo, nos consta que nuestra Cruzada ha inspirado a muchos a aceptar el reto de vivir una vida compasiva. Hacerlo nos sitúa, tanto a nivel individual como colectivo, en una posición mucho más fuerte a la hora de luchar contra los sistemas implicados en la explotación de animales, pues nos permite afirmar abiertamente que no dependemos de ellos ni los apoyamos. Y lo que es tanto o más importante, seremos ejemplos vivientes de la consistencia de poner fin a toda la explotación que el hombre ejerce hacia los animales —idea para cuyo fomento nació nuestra Cruzada—. En efecto, estaremos poniendo en práctica en nuestra vida cotidiana el tercero de los objetivos establecidos por la Cruzada, a saber, trabajar hacia la aplicación general del principio de respeto a toda vida.
 
Nuestra tarea es larga y complicada, pues es muy alto el reto que nos hemos procurado. Sin embargo, nuestro progreso no debe medirse sólo de acuerdo a los éxitos más grandes y ostensibles, sino también a través de los pequeños cambios cotidianos de las personas y la gradual transformación política de los más antiguos estándares sociales. El desafío es elevado, pero es el único que, en última instancia, podrá lograr la liberación de aquellos que nos han sido confiados: los animales. Tomemos como inspiración las palabras inmortales de Blake:  
 
«No cejará en mi espíritu la lucha 
ni ha de dormirse en mi mano la espada, 
hasta que levantemos otra Jerusalén 
en el solar verdeante y dulce de Inglaterra.»
 
Margaret A. Cooper, 1958 y 1961.
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Traducción: Igor Sanz

Textos originales: The Vegan (Winter 1958) / The Vegan (Summer 1961)

2 comentarios:

  1. Interesting. Thank you for translating this and making it available to more people. It's good to be reminded that, on a timescale larger than Youtube and the shallow people who "tried veganism" for a couple of years and then returned to old habits, the quest to transform society's relationship with animals is a relentless, long-term mission, not just a single battle.

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