Los humanistas que entran en contacto
con la Cruzada por primera vez nos suelen preguntar: "¿Cómo
se complementa vuestro trabajo con el de otras asociaciones de
bienestar animal?". Puede que la respuesta a esta pregunta
resulte de interés también para los lectores de The Vegan
que no hayan tenido aún una experiencia personal con nosotros. Y esa
respuesta es que no buscamos "complementar" las actuales
corrientes de bienestar animal, sino reorientarlas por completo.
Se necesita con urgencia un enfoque más
consistente en torno al problema de la explotación de los
animales, y esa consistencia sólo podrá ser alcanzada mediante una
reevaluación completa de cuál ha de ser la relación del hombre con
los animales. Son muchos los grandes pensadores de la historia que
han expresado su aversión hacia el abuso del hombre sobre el reino
animal y han señalado las consecuencias degradantes y
desensibilizadoras que éste tiene sobre la naturaleza del hombre
mismo.
Puede que la ausencia total de
explotación de criaturas sea un ideal muy elevado, y puede que su
entera aplicación práctica se antoje muy lejana, pero ese es el
objetivo que la Cruzada se ha propuesto perseguir. La explotación,
gratuita y egoísta, debe ceder su lugar a la salvaguardia, y
mientras el hombre continúe sin aceptar sus responsabilidades para
con el resto de la creación animal, su propia evolución se verá
procrastinada.
La crueldad es inmoral en cualquiera de sus
formas, y sólo la ceguera y la codicia puedan hacer que un hombre
apruebe alguna de ellas al mismo tiempo que condena otras. Por
desgracia, las fórmulas propagandísticas actuales mantienen al
público hipnotizado en la creencia de que la crueldad no existe, y
esa ignorancia es el principal obstáculo contra el avance hacia ese
idealizado fin de la explotación. Como humanistas, debemos ser
firmes y directos en nuestro esfuerzo por hacer brillar la luz de la
verdad, y como ya sabrán los lectores de The Vegan, la
Cruzada lo está intentando a través de sus desafiantes proyecciones
cinematográficas.
Son ya muchas las proyecciones que se
han llevado a cabo con gran éxito en todo el país, e incluso en
Ginebra, por invitación de la Coalición Mundial Contra la
Vivisección. De particular satisfacciones para nosotros fue el apoyo
que recibimos de la Sociedad Vegana en la proyección celebrada en
Kensington el pasado 30 de septiembre [de 1958], presidida por Lord
Dowding y con la asistencia de 500 personas.
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Consideremos en definitiva la gran
contribución que este joven, inmensamente activo y franco movimiento
nuestro puede ofrecerle al convulso mundo actual. No es ni un
entretenimiento recreativo ni un pasatiempo sentimental. Lo que
ofrece es el desafío de una forma de vida nueva y abundante, una
forma de vida que, aceptada en su totalidad, será fundamental para
suprimir buena parte de esa crueldad que hoy tanto deploramos.
La economía mundial está en buena
medida apoyada en la explotación despiadada de los animales, pero el
público general no es consciente de ello porque las industrias
implicadas ocultan con esmero los desagradables secretos de su
negocio mediante una inteligente propaganda y una hábil publicidad.
Nosotros, los miembros de la Cruzada,
estamos decididos a romper ese velo de ignorancia a través de
nuestras intrépidas campañas educativas. Estamos revelando a un
público cada vez más amplio que la caza de ballenas deja de ser una
gesta de coraje y resistencia cuando se observa a la luz de los
espantosos sufrimientos de unas criaturas cazadas por su aceite; que
un abrigo de pieles pierde todo su oneroso atractivo cuando la
imaginación de los corazones compasivos alcanza los gritos de los
animales capturados; que los circos son un engaño y una trampa para
esas miserables criaturas forzadas a actuar en ellos; que la
excitación que suscita la caza de un animal es el legado de una
primitiva sed de sangre que bien haríamos en superar; que los
animales domésticos —terneros, gallinas, cerdos y conejos—,
instrumentalizamos hoy de forma intensiva, siguen siendo criaturas
vivientes con un instinto natural por disfrutar del aire libre y
vivir en libertad; que las innumerables criaturas que sufren y mueren
en los laboratorios de experimentación de todo el mundo acusan en
silencio el supremo egoísmo de unos hombres que proclaman que
cualquier sufrimiento ajeno es preferible a un cambio de vida, aun
cuando bien podría éste eliminar algunos de sus propios males.
La Cruzada desafía al público a
que deje de ser partícipe de esta explotación al por mayor de las
criaturas vivientes invitándolo a adoptar una nueva y mejor forma de
vivir —una forma de vivir compasiva y acorde con la no-violencia—.
Porque nadie que se diga amante de los animales tiene derecho a
señalar con el dedo a los responsables o empleados de estas formas
de explotación sin haber tratado de descubrir primero si su propia
forma de vida está apoyando directa o indirectamente a la industrias
implicadas.
Lleva tiempo hacerlo; y no es fácil.
Sin embargo, nos consta que nuestra Cruzada ha inspirado a muchos a
aceptar el reto de vivir una vida compasiva. Hacerlo nos sitúa,
tanto a nivel individual como colectivo, en una posición mucho más
fuerte a la hora de luchar contra los sistemas implicados en la
explotación de animales, pues nos permite afirmar abiertamente que
no dependemos de ellos ni los apoyamos. Y lo que es tanto o más
importante, seremos ejemplos vivientes de la consistencia de poner
fin a toda la explotación que el hombre ejerce hacia los animales
—idea para cuyo fomento nació nuestra Cruzada—. En
efecto, estaremos poniendo en práctica en nuestra vida cotidiana el
tercero de los objetivos establecidos por la Cruzada, a saber,
trabajar hacia la aplicación general del principio de respeto a toda
vida.
Nuestra tarea es larga y
complicada, pues es muy alto el reto que nos hemos procurado. Sin
embargo, nuestro progreso no debe medirse sólo de acuerdo a los
éxitos más grandes y ostensibles, sino también a través de los
pequeños cambios cotidianos de las personas y la gradual
transformación política de los más antiguos estándares sociales.
El desafío es elevado, pero es el único que, en última instancia,
podrá lograr la liberación de aquellos que nos han sido confiados:
los animales. Tomemos como inspiración las palabras inmortales de
Blake:
«No
cejará en mi espíritu la lucha
ni ha de dormirse en mi mano la
espada,
hasta que levantemos otra Jerusalén
en el solar
verdeante y dulce de Inglaterra.»
Margaret A. Cooper, 1958 y 1961.
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Traducción: Igor Sanz
Textos originales: The Vegan (Winter 1958) / The Vegan (Summer 1961)
Traducción: Igor Sanz
Textos originales: The Vegan (Winter 1958) / The Vegan (Summer 1961)
Interesting. Thank you for translating this and making it available to more people. It's good to be reminded that, on a timescale larger than Youtube and the shallow people who "tried veganism" for a couple of years and then returned to old habits, the quest to transform society's relationship with animals is a relentless, long-term mission, not just a single battle.
ResponderEliminarNice to see you here!
EliminarBest wishes, M.