miércoles, 12 de septiembre de 2018

Tres consejos

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Con frecuencia me demandan opinión respecto de ésta o aquella organización animalista. Aunque me confieso poco amigo de las organizaciones en general —por lo corporativistas e innecesarias—, quisiera al menos plasmar aquí tres sucintos consejos que me parecen útiles para una primera evaluación aproximada:

1- Desconfía de las que pidan donativos o ayudas económicas de alguna clase, al menos de aquellas que lo hagan de manera enfática y reiterada. 

El activismo requerido hoy no precisa de grandes sumas de dinero. Que no te engañen: nada hay que investigar, nada que descubrir, nadie a quien contratar, ni nada, en definitiva, que exija las cantidades que manejan algunos colectivos. Además, existe material de sobra ya con el que trabajar. Quienes piden dinero, o bien lo hacen por intereses lucrativos, o bien porque centran su trabajo en costosas campañas bienestaristas, o bien por ambas cosas a la vez.

Lo que hoy hace falta es salir a la calle (tanto literal como figuradamente) para hablar con la gente y concienciarla respecto del veganismo, y para eso lo que se precisa es voluntad, no dinero. Se requieren muchos activistas, no unos pocos y bien pagados. 

2- Desconfía de las que anuncien "victorias", "éxitos", "logros", "eficacia" u otros derivados autocomplacientes. 

En primer lugar, todo aquello que se vende como una "victoria" apenas supone alguna reforma dentro de la industria antropocéntrica, pequeñas variaciones que no provocan otra cosa sino la perpetuación de la explotación de los animales y el refuerzo de su instrumentalización; en segundo lugar, tener el ánimo de cantar "victoria" en un mundo tan especista como el que vivimos suena cuando menos estridente; y en tercer lugar, mostrar este tipo de euforia o regocijo de forma pública sólo puede traer consigo consecuencias desgraciadas. Las "victorias" que proclaman las organizaciones "animalistas" lo único que generan es un clima de relajación, y cualquiera honestamente inmerso en este movimiento entendería que ese es un efecto de lo más indeseable.

Las "victorias", "éxitos" y "eficacias" son un puro reclamo publicitario destinado a la captación de donaciones. El más viejo del mundo, además. Los mismos éxitos y la misma eficacia que venden las marcas de lavavajillas o los productos anti-arrugas. Al menos debería resultar significativo que las organizaciones que acostumbran a vender estas "victorias" sólo se hagan eco de las suyas. Es lo que en marketing llaman "fidelizar clientes". 

3- Desconfía de las que centren su trabajo en la oferta antes que en la demanda. 

El problema que padecen los demás animales no está en las granjas, los mataderos, las piscifactorías, los barcos pesqueros, los zoológicos, los circos, los laboratorios o las tiendas de "mascotas". No. En esos lugares se materializa el problema. Esos lugares ocupan la parte ostensible del problema. Pero no son el problema. El problema está en nuestros vecinos, en nuestros amigos, en nuestros familiares, en nosotros mismos quizá... Es el ciudadano especista quien genera la demanda que sostiene la existencia de esos centros.

El activismo actual debe poner su atención en el público. La única manera de poner fin a un problema es atajando su raíz, y la raíz de este problema está en la sociedad, en el consumidor. Sin embargo, esto supone un contratiempo para la mayoría de organizaciones, que es entre esa misma gente donde encuentran buena parte de su cota de contribuyentes. La persona más dispuesta a realizar un donativo es aquella que no tiene la conciencia sosegada, y eso es lo que ofrecen estos grupos: un analgésico moral. Hacen que los "malos" sean siempre otros. Exculpan al pueblo y cargan la responsabilidad sobre la parte superficial del problema, poniendo así en marcha los engranajes de un negocio que se retroalimenta.

Y hasta aquí mis consejos.

Por supuesto, obvia decir que la labor de toda buena organización debería girar en torno a un enfoque vegano-abolicionista. Pero rechazar este tipo de enfoque e incurrir en alguno o algunos de los puntos señalados arriba es casi connatural. El activismo educacional vegano-abolicionista no atrae clientes, no despierta popularidad, y no genera excusas para la solicitud de donaciones. Y que quede clara una cosa: mencionar periódicamente la abolición o el veganismo no equivale a ejercer esta forma de activismo. Si algunas organizaciones lo hacen es sólo para expandir su nicho de mercado.

Animo a la gente a reflexionar sobre todo esto, y confío en que se empiece a entender que los intereses de las víctimas y los intereses de las organizaciones que dicen defenderlas son dos cosas bien distintas, encontrándose en muchos casos en situación de incompatibilidad. Conviene que tengamos esto claro y que definamos nuestras prioridades.

Una última advertencia: que nadie se sorprenda si al amparo de estos tres consejos descubre un escenario baldío.

5 comentarios:

  1. Excelente artículo.
    El final es muy de reflexionar.

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    1. Gracias, Jonás. Esa es siempre mi máxima aspiración.

      Un saludo.

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  2. Bueno, no estoy totalmente de acuerdo. Cuando dices que la persona que dona es porque no tiene la conciencia tranquila.
    En mi caso tengo la conciencia muy tranquila y dono a una asociación animalista y en pro de la naturaleza.

    Atajar la raíz seria lo ideal. Yo soy vegana y me encantaria que todo el mundo lo fuera. Pero no vivo en los mundos de yupi y creo que cualquier acción que se haga en favor de los animales y nuestro planeta es bienvenido.

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    1. El artículo no dice que la persona que dona lo hace porque no tiene la conciencia tranquila; lo que dice es que la persona más dispuesta a donar es la que no tiene la conciencia tranquila. Siempre será más fácil sacarle un donativo a quien no tiene la conciencia tranquila que a quien sí la tiene o a quien pasa olímpicamente de todo, lo que no quiere decir que sólo las personas con la conciencia intranquila hagan donativos.

      No, cualquier acción que se haga por los animales no tiene por qué ser bienvenida o positiva. Siempre habrá que demostrar que la acción en cuestión es en verdad positiva para ellos, y habrá que hacerlo con el apoyo de argumentos, razones y pruebas. Yo puedo salir a la calle y empezar a romper escaparates al grito de “¡Por los animales! ¡Por los animales!”, pero dudo que haya nadie capaz de defender —y aún menos de demostrar— algún mínimo grado de utilidad en esa acción. Te remito al enlace que amablemente ha compartido el compañero Rogelio, donde traté precisamente este tema.

      Lo cierto es que cualquier cosa que represente menos que el veganismo es inútil para los demás animales. Porque cualquier cosa menor al veganismo implica la aceptación de su explotación, y eso, para quienes trabajamos por el fin de su explotación, no puede ser en modo alguno satisfactorio.

      Es curioso que seamos los activistas veganos-abolicionistas quienes acostumbremos a ser acusados de verlo todo en “blanco o negro”, cuando sois los demás quienes no parecéis capaces de apreciar opciones alternativas. Por ejemplo, ¿no contemplas más opción que el hecho de ver a todo el mundo convertido en vegano de la noche a la mañana? ¿La posibilidad de que cada vez haya más veganos no entra dentro de tus parámetros lógicos? ¿Y acaso un mayor número de veganos no implica por defecto un mayor grado de liberación animal y una menor cantidad de explotación especista? ¿No es esa también una gran noticia? ¿No es ese precisamente el objetivo perseguido?

      Para mí desde luego lo es, y por eso sigo abogando por el activismo educacional vegano, porque sólo esa clase de activismo puede lograr que aumente el número de veganos. Y cuanto más activismo vegano haya, mayor será el número de nuevos veganos. Lo que no va a conseguir nuevos veganos es pedirle dinero a la gente para organizar campañas contra la caza de ballenas o el consumo de perros en China.

      Un saludo.

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  3. Para la persona del comentario anterior:
    https://lluvia-con-truenos.blogspot.com/2018/07/la-falacia-del-todo-suma-falacias.html?m=1

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