sábado, 3 de agosto de 2019

¿Qué significa ser humano? No preguntes


A lo largo del tiempo, la idea de "ser humano" ha significado —y continuará significando— muchas cosas. No hay ni ha habido nunca una única respuesta. Sin embargo, si hay algo que deba implicar será sin duda la capacidad de reconocer que la pregunta en sí misma es problemática.

Nosotros, los humanos, nos centramos mucho en nosotros mismos. Tendemos a pensar que el ser humano es de alguna manera algo muy especial e importante, y por eso nos hacemos preguntas sobre ello, en lugar de hacerlas sobre qué significa ser un elefante, un cerdo o un pájaro. Esta falta de curiosidad es parte de un gran problema ético.

La pregunta "¿Qué significa ser humano?" no es sólo narcisista, sino que entraña una obcecación culpable. Es como preguntar "¿Qué significa ser blanco?". Connota los inmerecidos privilegios usados para dominar y explotar. Pero por lo común no lo reconocemos porque nuestro narcisismo es implacable.

Compartimos el planeta con miles de millones de otros seres sintientes, y todos ellos tienen sus propias formas complejas de ser lo que son. Todos nuestros compañeros animales, como observó Aristóteles hace mucho tiempo, intentan sobrevivir y reproducirse. Todos ellos sienten. Todos ellos desean. Y la mayoría se mueve por el mundo buscando aquello que desea y necesita. Aristóteles propuso que nos esforzáramos por encontrar una explicación común sobre cómo perciben, desean y se mueven los animales, incluidos los humanos.

Conocemos a Aristóteles como filósofo, pero también fue un gran biólogo que estudió a los crustáceos y a otras criaturas grandes y pequeñas. Animó a sus estudiantes a que no dejaran de estudiar a los animales de apariencia menos glamurosa, ya que hay algo maravilloso en todos ellos, más allá de su lucha por seguir con vida. 

Ese maravillarse, que debería conducirnos a una preocupación ética mayor, es una parte profunda de nuestra humanidad. Pero la maravilla está menguando, y los humanos dominamos ahora el mundo de tal forma que rara vez sentimos la necesidad de vivir con otros animales en términos de reciprocidad.

Los animales domesticados ocupan una esfera privilegiada, pero incluso a ellos se los trata a menudo con crueldad (piénsese en los criaderos de perros o en los gatos callejeros abandonados). La crianza industrial de cerdos, pollos y otros animales es una forma relativamente nueva de terrible brutalidad. En cuanto a las criaturas en estado "salvaje", podemos apreciar que nuestros crímenes humanos están teniendo un efecto devastador sobre ellos: los daños provenientes de las investigaciones de laboratorio; los múltiples daños endémicos por confinamiento de simios y elefantes en zoológicos; el agotamiento de las poblaciones de ballenas mediante la caza con arpones; el cautiverio de orcas y delfines en parques temáticos marinos; la caza furtiva de elefantes y rinocerontes en beneficio del mercado negro internacional; el tráfico ilícito de elefantes africanos a zoológicos estadounidenses; la devastación del hábitat de muchos mamíferos de gran tamaño como resultado del cambio climático. Se estima que la actividad humana ha contribuido a la extinción de más de 80 especies de mamíferos. 

Surgen problemas nuevos de continuo. El mundo necesita una revolución ética, un movimiento de concienciación de proporciones internacionales. Pero esta revolución se ve obstaculizada por ese mirarse al ombligo empeñado en preguntar "¿Qué significa ser humano?"

Reavivemos y ampliemos nuestra capacidad de maravillarnos preguntándonos en su lugar: "¿Qué significa ser una ballena?". Luego observemos a las ballenas lo mejor que podamos, y leamos las emocionantes investigaciones de científicos como Hal Whitehead y Luke Rendell. Preguntémonos sobre los elefantes (mi más apreciada especie), y en caso de que no podamos participar en un safari, veamos documentales de elefantes viviendo sus propias vidas, exhibiendo su devoción comunitaria, su compasión, su dolor y una serie de otras actitudes complejas que los humanos tendemos a creer que nos son exclusivas.

Y hagamos un esfuerzo filosófico y legal mayor por proteger a los demás animales y desarrollar una mayor reciprocidad con ellos. Hemos reunido mucha información científica sobre la complejidad de la vida animal. Usémosla ahora de forma filosófica. Will Kymlicka y Sue Donaldson ya han hecho un maravilloso trabajo de reciprocidad y comunidad con los animales domesticados, pero aún queda mucho por hacer.

Hasta ahora, en el mundo de la política de influencia filosófica, el enfoque general más significativo respecto de los derechos de los animales ha sido el del utilitarista británico Jeremy Bentham, desarrollado de forma valiente y habil por el filósofo Peter Singer. Este enfoque sigue teniendo gran importancia por centrarse en el sufrimiento de los animales. Si simplemente dejáramos de infligir dolor gratuito a los animales, daríamos un gran paso adelante.

Pero ahora sabemos que los animales necesitan mucho más que el simple hecho de evitar el sufrimiento: la posibilidad de asociarse en grupos normales con otros individuos de su especie; la oportunidad de cantar o bramar en sus formas características; la oportunidad de reproducirse; la oportunidad de vivir en libertad; la oportunidad de satisfacer su curiosidad y descubrir cosas nuevas. Por eso, necesitamos, creo yo, un enfoque que se centre en esa pluralidad de "capacidades" o libertades fundamentales que cada especie requiere para disfrutar de una vida plena. 

Estoy escribiendo en la actualidad un libro que ampliará mi trabajo anterior sobre el "enfoque de las capacidades" para desarrollar un nuevo marco ético que guíe al derecho y a la política en este terreno. Pero el mío es sólo un enfoque, y será y deberá ser rebatido por otros que desarrollen sus propios modelos. Los abogados que trabajan por el bien de los animales bajo las leyes nacionales e internacionales necesitan enfoques teóricos sólidos, y los filósofos deben tratar de ayudarlos en su labor. Y hay mucho por hacer.

Así que dejemos de lado el narcisismo inmerso en preguntarnos sólo sobre nosotros mismos. Luchemos por una era en la que ser humano signifique preocuparse por las otras especies que intentan habitar este planeta. 

Martha C. Nussbaum, 20 de agosto de 2018.
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Traducción: Igor Sanz

 

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