A lo largo del
tiempo, la idea de "ser humano" ha significado —y
continuará significando— muchas cosas. No hay ni ha habido nunca
una única respuesta. Sin embargo,
si hay algo que deba implicar será sin duda la capacidad de
reconocer que la pregunta en sí misma es problemática.
Nosotros,
los humanos, nos centramos mucho en nosotros mismos. Tendemos a
pensar que el ser humano es de alguna manera algo muy especial e
importante, y por eso nos hacemos preguntas sobre ello, en lugar de
hacerlas sobre qué significa ser un elefante, un cerdo o un pájaro.
Esta falta de curiosidad es parte de un gran problema ético.
La
pregunta "¿Qué significa ser humano?" no es sólo
narcisista, sino que entraña una obcecación culpable. Es como
preguntar "¿Qué significa ser blanco?". Connota los
inmerecidos privilegios usados para dominar y explotar. Pero
por lo común no lo reconocemos porque nuestro narcisismo es
implacable.
Compartimos el planeta con miles de millones de
otros seres sintientes, y todos ellos tienen sus propias formas
complejas de ser lo que son. Todos nuestros compañeros animales,
como observó Aristóteles hace mucho tiempo, intentan sobrevivir y
reproducirse. Todos ellos sienten. Todos ellos desean. Y la mayoría
se mueve por el mundo buscando aquello que desea y necesita.
Aristóteles propuso que nos esforzáramos por encontrar una
explicación común sobre cómo perciben, desean y se mueven los animales, incluidos los humanos.
Conocemos a Aristóteles como
filósofo, pero también fue un gran biólogo que estudió a los
crustáceos y a otras criaturas grandes y pequeñas. Animó a sus
estudiantes a que no dejaran de estudiar a los animales de apariencia menos
glamurosa, ya que hay algo maravilloso en todos ellos, más allá de
su lucha por seguir con vida.
Ese
maravillarse, que debería conducirnos a una preocupación ética
mayor, es una parte profunda de nuestra humanidad. Pero la maravilla
está menguando, y los humanos dominamos ahora el mundo de tal forma
que rara vez sentimos la necesidad de vivir con otros animales en
términos de reciprocidad.
Los animales domesticados ocupan
una esfera privilegiada, pero incluso a ellos se los trata a menudo
con crueldad (piénsese en los criaderos de perros o en los gatos
callejeros abandonados). La crianza industrial de cerdos, pollos y
otros animales es una forma relativamente nueva de terrible
brutalidad. En cuanto a las criaturas en estado "salvaje",
podemos apreciar que nuestros crímenes humanos están teniendo un
efecto devastador sobre ellos: los daños provenientes de las
investigaciones de laboratorio; los múltiples daños endémicos por
confinamiento de simios y elefantes en zoológicos; el agotamiento de
las poblaciones de ballenas mediante la caza con arpones; el
cautiverio de orcas y delfines en parques temáticos marinos; la caza
furtiva de elefantes y rinocerontes en beneficio del mercado negro
internacional; el tráfico ilícito de elefantes africanos a
zoológicos estadounidenses; la devastación del hábitat de muchos
mamíferos de gran tamaño como resultado del cambio climático. Se
estima que la actividad humana ha contribuido a la extinción de más de 80 especies de mamíferos.
Surgen problemas nuevos de continuo. El mundo necesita una revolución ética, un
movimiento de concienciación de proporciones internacionales. Pero esta revolución se ve obstaculizada por ese
mirarse al ombligo empeñado en preguntar "¿Qué significa ser
humano?"
Reavivemos y ampliemos nuestra capacidad de
maravillarnos preguntándonos en su lugar: "¿Qué significa ser
una ballena?". Luego observemos a las ballenas lo mejor que
podamos, y leamos las emocionantes investigaciones de científicos
como Hal Whitehead y Luke Rendell. Preguntémonos sobre los elefantes
(mi más apreciada especie), y en caso de que no podamos participar
en un safari, veamos documentales de elefantes viviendo sus propias
vidas, exhibiendo su devoción comunitaria, su compasión, su dolor y
una serie de otras actitudes complejas que los humanos tendemos a
creer que nos son exclusivas.
Y hagamos un esfuerzo filosófico
y legal mayor por proteger a los demás animales y desarrollar una
mayor reciprocidad con ellos. Hemos reunido mucha información
científica sobre la complejidad de la vida animal. Usémosla ahora
de forma filosófica. Will Kymlicka y Sue Donaldson ya han hecho un
maravilloso trabajo de reciprocidad y comunidad con los animales
domesticados, pero aún queda mucho por hacer.
Hasta ahora, en
el mundo de la política de influencia filosófica, el enfoque
general más significativo respecto de los derechos de los animales
ha sido el del utilitarista británico Jeremy Bentham, desarrollado de forma valiente y habil por el filósofo Peter Singer. Este enfoque
sigue teniendo gran importancia por centrarse en el sufrimiento de
los animales. Si simplemente dejáramos de infligir dolor gratuito a
los animales, daríamos un gran paso adelante.
Pero ahora sabemos
que los animales necesitan mucho más que el simple hecho de evitar
el sufrimiento: la posibilidad de asociarse en grupos normales con
otros individuos de su especie; la oportunidad de cantar o bramar en
sus formas características; la oportunidad de reproducirse; la
oportunidad de vivir en libertad; la oportunidad de satisfacer su
curiosidad y descubrir cosas nuevas. Por eso, necesitamos, creo yo,
un enfoque que se centre en esa pluralidad de "capacidades"
o libertades fundamentales que cada especie requiere para disfrutar
de una vida plena.
Estoy escribiendo en la
actualidad un libro que ampliará mi trabajo anterior sobre el
"enfoque de las capacidades" para desarrollar un nuevo
marco ético que guíe al derecho y a la política en este terreno.
Pero el mío es sólo un enfoque, y será y deberá ser rebatido por
otros que desarrollen sus propios modelos. Los abogados que trabajan
por el bien de los animales bajo las leyes nacionales e
internacionales necesitan enfoques teóricos sólidos, y los
filósofos deben tratar de ayudarlos en su labor. Y hay mucho por
hacer.
Así que dejemos de lado el narcisismo inmerso en
preguntarnos sólo sobre nosotros mismos. Luchemos por una era en la
que ser humano signifique preocuparse por las otras especies que
intentan habitar este planeta.
Martha C. Nussbaum,
20 de agosto de 2018.
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Traducción: Igor Sanz
Texto
original: What Does Means to Be Human? Don't ask
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